Enviados, ese es el significado de la palabra griega que, traducida al español es conocida como “apóstoles”, relacionada con la misión encargada a los discípulos elegidos por el Señor Jesús: predicar el Evangelio, inicialmente entre los judíos, el pueblo al que pertenecían, y después a los gentiles.
Los apóstoles que conocieron directamente a Jesús en carne eran los famosos 12 primeros discípulos que se destacaron entre los demás, según la elección del mismo Mesías:
“En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios.
Y cuando era de día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles:
Simón, a quien también llamó Pedro, a Andrés su hermano, Jacobo y Juan, Felipe y Bartolomé,
Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Simón llamado Zelote,
Judas hermano de Jacobo, y Judas Iscariote, que llegó a ser el traidor.”
Lucas 6:12-16
Esos 12 apóstoles pasaron un buen tiempo con Jesús para que, después de su muerte y resurrección, continuaran difundiendo el Evangelio en otros lugares más allá de la Tierra Santa. Sin embargo, el trabajo de un apóstol no era solo el de difundir la Palabra, sino también el de organizar la vida cristiana entre los fieles. Establecían iglesias y controlaban que su funcionamiento sea satisfactorio para la gloria de Dios, para que continuaran el deber de la predicación en su localidad.
A diferencia de otras creencias, el cristianismo tiene como objetivo informar al mayor número de personar acerca de la Salvación en Cristo – objetivo para el que los apóstoles eran esenciales. Ellos establecían iglesias, enseñaban, predicaban siempre con las autoridades romanas persiguiéndolos –, incluso muchos de ellos fueron ejecutados por cumplir su deber.
Pablo
Saulo de Tarso era un romano que podría llamarse “cazador de cristianos”. Justo él fue uno de los apóstoles más activos después de que Jesús, durante un viaje camino a Damasco lo cegara luego de que cayera al suelo. Una vez que se convirtió Saulo, llamado Pablo, llegó a ser el apóstol que más difundió los Evangelios en sus tres famosos viajes misioneros – y siguió haciéndolo en los lugares en que vivía y durante el largo período en que estuvo preso.
En su trabajo Pablo se enfocó en los gentiles, pues Jesús lo instruyó acerca de que no solo los judíos, sino todos los seres humanos deben tener acceso a la Salvación. Él comenzaba sus prédicas en las sinagogas de las ciudades a las que llegaba, por su posición destacada y por el número de ciudadanos influyentes que las frecuentaban causaba un gran impacto. Después de eso, era más fácil llegar a los gentiles, pues la noticia corría rápido. El apóstol difundió el cristianismo por Asia Menor y por el mundo occidental.
La pintura que ilustra el inicio de este artículo (realizada en 1650 por el pintor holandés Nicolaes Pieterszoon Berchem) muestra un hecho curioso de las prédicas de Pablo. En Listra, en la provincia romana de Galacia (destinataria de la epístola a Gálatas), Pablo y Bernabé curaron a un cojo de nacimiento. El pueblo del lugar comenzó a adorarlos, juzgando que se trataba de los falsos dioses Júpiter y Mercurio, y comenzaron a traerles animales y a ofrecerles sacrificios. Los dos se esforzaron al máximo para que los ciudadanos no sacrificaran para ellos y entendieran que servían al único Dios. El episodio solo confirmó la necesidad de que era necesario que los gentiles conocieran al Señor.
La estrategia de Pablo era predicar en las ciudades influyentes cercanas a las grandes rutas comerciales, para de allí difundir la Palabra a otras regiones. Utilizaba métodos atractivos, como prédica, estudio de la Palabra y debates filosóficos, transformando al Evangelio en algo culturalmente relevante, sin alterar su esencia. Podemos decir que conquistó a Europa, y los europeos promovieron la mayor difusión a todo el mundo con la colonización intensiva.
El hecho de que Pablo sea un ciudadano romano era otra estrategia muy inteligente de parte de Dios. De ese modo, el apóstol tenía acceso prácticamente libre a muchos lugares dominados por el Imperio.
Además de eso, tenía sus ayudantes. Trabajaba en equipo, con la ayuda de personas como Bernabé, Marcos, Timoteo, Silas, Lucas, Priscila y Aquila, cubriendo áreas mayores.
A algunos lugares, las enseñanzas basadas en el Evangelio llegaban a través de cartas, las famosas epístolas que, más tarde, serían parte del Nuevo Testamento. Felicitaba y amonestaba las iglesias con un lenguaje respetuoso que generaba un gran efecto.
Comisión
Después de la resurrección de Jesús, poco antes de que ascendiera a los Cielos, nuevamente hizo una elección de apóstoles. Era un pequeño retrato de lo que vendría a ser su iglesia de allí en adelante: anónimos encargados de la más noble de las misiones.
“Después de estas cosas, designó el Señor también a otros setenta, a quienes envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir.
Y les decía: La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies.
Id; he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos.”
Lucas 10:1-3
El Mesías ya nos advertía que habría resistencia, les daba una noción de la realidad, sin ilusiones. Pero dejaba claro, también, que los escogidos contarían con Él para seguir adelante.