¡Abraham poseía riqueza espiritual, y eso era suficiente para él! Por eso podía darse el lujo de dejar que Lot eligiera la parte que a los ojos humanos era la mejor.
Él incluso tenía el derecho de escoger primero, pero prefería ser el último. Y Lot, sin la gloria de Dios, levantando sus ojos carnales, optó por la parte que, aparentemente, era la mejor. Más tarde, tuvo que sufrir las consecuencias por haber juzgado y optado según la voluntad de la carne.
Quien quiera tomar posesión de ese oro refinado por el fuego, enriquecerse de la gloria del Señor Jesús y tomar posesión de todo lo que Le pertenece debe rendirse a Él de cuerpo, alma y espíritu.
Es solo seguir Su consejo: “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.” Lucas 14:33. ¡Es todo o nada!
O la persona se entrega a Él cien por ciento, amándolo por encima de los padres, de los hijos, del esposo o de la esposa, encima de su propia vida y pasa a tener ese oro refinado por el fuego, o entonces, va a morir en sus pecados y a sufrir el castigo eterno. El Señor Jesús incluso dijo: “También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró.” Mateo 13:45-46.
Regresando al consejo del Señor Jesús para la entrega total por el oro refinado en el fuego del Calvario: “Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.” Apocalipsis 3:18
Probablemente las tres mayores fuentes de riqueza de la ciudad de Laodicea eran sus bancos, la producción de lana y la producción de remedio para los ojos. De allí la razón por la cual el Señor Jesús le aconseja a la iglesia en aquella ciudad que obtenga de Él, es decir, “comercialice” con Él el oro, las vestiduras blancas y el colirio para los ojos.
Observemos que nuestro Señor no impone nada, solo sugiere, permitiendo que la iglesia, o la persona, tome la decisión de acuerdo con su propia voluntad.
Mientras, una cosa queda en claro: solo con Él es posible adquirir la verdadera riqueza, es decir, las vestiduras blancas, que impiden la manifestación de nuestra vergüenza, y el colirio, capaz de hacernos ver perfectamente. En cuanto a aquellos que tienen el derecho de usar las vestiduras blancas, tenemos la siguiente información:
“Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido?
Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.
Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.” Apocalipsis 7:13-15
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