La velocidad con la que suceden las cosas en la sociedad actual, desencadena en las personas la necesidad de que todo sea par ayer, además de provocar el sentimiento de desánimo por no haber logrado terminar (o comenzar) lo que se pretendía, en el corto espacio de 24 horas por día. ¿Alguna vez se sintió de esta manera, o convive con alguien que protesta por eso todos los días?
Puede ser que no se haya dado cuenta, pero ya debió haber pasado por eso. Muchas veces esa sensación es inconsciente. De repente lo afecta un gran desánimo, y usted sólo sabe (conscientemente) que está muy cansado. Pero no logra concentrarse en lo que quiere. Y no se trata de falta de ganas. Al contrario, usted sabe lo que es realmente importante para usted y tiene el interés de dedicarse a eso, pero no lo sabe priorizar en medio a la inmensidad de la obligaciones y exigencias cotidianas.
“Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre, pero el consejo del Señor es el que permanece.” Proverbios 19:21
Observamos tantas personas insatisfechas. Están perdidas, sin una guía para conducirse, pues no tienen una certeza en sus vidas. Dicen no tener tiempo para cuidar de sí mismos ni de las cosas que más le interesan. Pero no logran darse cuenta de que, en verdad, están desperdiciando su tiempo personal. Porque aquello que no implica compromiso y disciplina, no tendrá éxito.
El individuo tiene que confiar de que logrará alcanzar su propósito, dedicándole el tiempo, que piensa que no tiene, a alguien o a aquello que realmente le interesa e importa. Busque a Dios en sus oraciones. Éstas pueden hacerse en cualquier momento y lugar. Escuche lo que Él tiene para decirle. Con buenos cimientos, disposición y un poco de organización, el tiempo dejará de consumir sus prioridades. Use su fe racional para dirigir su camino.
“Como aguas profundas es el consejo en el corazón del hombre, pero el inteligente sabe alcanzarlo.” Proverbios 20:5