¿Quién no quiere cambiar de vida? No importa cuál sea su situación, Dios puede sacarlo de donde se encuentra. Pero es necesaria una actitud de su parte.
La historia de Manasés lo prueba. Él comenzó a reinar con los 12 años de edad, como cuenta el capítulo 33 del libro de 2 Crónicas. Pero a diferencia de su padre, que había sido un rey que agradaba a Dios, Manasés hacía lo que era abominable delante de Él.
“Doce años tenía Manasés cuando comenzó a reinar, y cincuenta y cinco años reinó en Jerusalén.
Pero hizo lo malo ante los ojos del Señor, conforme a las abominaciones de las naciones que el Señor había echado de delante de los hijos de Israel.
Porque él reedificó los lugares altos que Ezequías, su padre, había derribado, levantó altares a los baales, hizo imágenes de Asera, y adoró a todo el ejército de los cielos y les rindió culto.
“Edificó asimismo altares a todo el ejército de los cielos en los dos atrios de la casa del Señor. Y pasó sus hijos por fuego en el valle del hijo de Hinom; y observaba los tiempos, miraba en agüeros, era dado a adivinaciones, y consultaba a adivinos y encantadores; se excedió en hacer lo malo ante los ojos del Señor, hasta encender su ira.”, (versículos 5 y 6).
Él edificó altares dentro de la casa del Señor. Los ídolos eran una ofensa al Dios altísimo. Y Manasés deshizo lo que su padre había hecho justamente para obedecer a la voluntad de las personas, levantando altares para provocar la ira de Dios.
Además, él condujo al pueblo de Judá a practicar iniquidades. Dios le alertó para cambiar sus caminos, pero ni él ni el pueblo Lo escucharon. Dios exhorta a través de la Palabra. Pero escuchar o despreciar es una elección personal.
Cierto día, vinieron príncipes del ejército sirio que lo llevaron humillado hasta Babilonia. Él fue apresado con un gancho en la nariz, como un animal. Dios permite que la criatura sea llevada hasta las profundidades del infierno para que ella reconozca que no tiene ningún valor si no está en sociedad con Dios.
Cuando la persona llega a este punto y se vuelve a Dios, a través del verdadero arrepentimiento y humillación, Él escucha su oración. Eso sucedió con Manasés. En el fondo del pozo, él se humilló y Dios lo escuchó, restituyéndole todo lo que tenía.
“Y habló el Señor a Manasés y a su pueblo, pero ellos no escucharon; por lo cual el Señor trajo contra ellos los generales del ejército del rey de los asirios, los cuales apresaron con grillos a Manasés, y atado con cadenas, lo llevaron a Babilonia. Pero cuando se vio en angustia, oró al Señor, su Dios, y se humilló profundamente en la presencia del Dios de sus padres. Oró a él, y fue atendido; pues Dios oyó su oración y lo hizo retornar a su reino en Jerusalén. Entonces reconoció Manasés que el Señor era Dios.” 2 Crónicas 33:10-13
Muchos no cambian de vida debido al orgullo. Piensan que la posición o el dinero los salvará. Sin embargo, la verdad es que están yendo directamente al fondo del infierno.
No se olvide, cuando usted hace algo para Dios, es porque Dios hizo primero algo por usted. A Él sea toda honra, gloria y loor. Solo tenemos valor si estamos en alianza, en sociedad con Dios y así sucede el verdadero cambio de vida.
Propósito de fe
En ese mismo espíritu, el próximo domingo 16 de junio, obispos y pastores de la Universal van a clamar por quien reconoce que sin Dios no es nada y que desea una restauración completa de vida.
Participe en Av. Corrientes 4070, Almagro, o el Cenáculo del Espíritu Santo más próximo a su hogar. Sepa más acerca de esta campaña en cualquiera de las Iglesias Universal del Reino de Dios distribuidas en Latinoamérica.