Lujoso coprotagonista del libro de Ester, Asuero es retratado como un rey poderoso e irritable. Líder de 127 provincias que se extendían desde la India hasta Etiopia, él permitió que su esposa judía, Ester, salvara a su pueblo de una verdadera masacre. Pero no siempre el rey fue piadoso.
Nacido del vientre de Atosa, en el año 519 antes de Cristo (a.C.), Jerjes fue el segundo hijo del poderoso rey Darío I. Darío I, a su vez, fue hijo de Ciro, el Grande. Esos tres hombres comandaron el poderoso imperio persa y todos cargaron el título “Asuero”, que significa “Rey Venerable”.
Contrariando la tradición, en lugar de heredar el trono su hermano mayor, fue Jerjes I quien heredó el trono de su padre. Eso se debió a que el muchacho era el primer hijo del matrimonio con Atosa, la viuda del rey.
Asuero usó sus primeros años de gobierno para sofocar levantamientos internos en su gigantesco reino, como la sublevación de los babilonios. Los guerreros persas eran muy respetados, pero gran parte de ese temor provenía de los ejércitos persas anteriores.
Siempre usando su enorme y poderoso ejército, como medio para mantener el poder y conquistar más tierras, decidió vengar a su padre, quien murió en guerra contra los griegos, en la famosa Batalla de Maratón, durante las Guerras Médicas.
En aquella época, Grecia no era más que un conjunto de estados independientes que se odiaban entre sí. Aun así, pudieron dejar las diferencias de lado y reunir un ejército menor pero más organizado que el de Asuero. El tiempo que les llevó a los persas vencer a los 300 hombres de Leónidas, en la Batalla de los Termópilas, fue necesario para la organización griega. Asuero consiguió invadir Atenas y destruir la Acrópolis, pero, gracias al esfuerzo de los espartanos, los griegos vencieron los persas en 480 a.C., en la Batalla de Salamina y en el año siguiente, en la Batalla de Platea.
Allí el Imperio Persa comenzó a desmoronarse internamente.
Asuero nunca superó esa derrota. El vivió en la capital del Imperio Persa, Persépolis, durante más 15 años. En ese tiempo concluyó la construcción de grandes obras, como el Templo de los Cien Pilares y la Puerta de Todas las Naciones. Fue asesinado por uno de sus generales, dejando a su segundo hijo, Artajerjes como rey.
Aunque no haya sido posible saberlo en aquel momento, la derrota en Platea tuvo un gran impacto en el mundo. Si los persas hubieran vencido la batalla, sería la literatura persa, y no la griega, la que constituiría la base de la cultura occidental.