Él ya pasó por muchos rechazos y dificultades, pero consiguió vencerlos a todos. Su amor por el prójimo es inmensurable, y cada día transmite ternura y vida para quien necesita.
El gesto es simple, y pocos tienen la osadía de también realizarlo. A los 77 años, James Harrison, ya donó sangre más de mil veces. En el 2003, entró al Guinness Book por haber donado, hasta ese año, 480 litros de sangre. El australiano tiene un tipo de sangre raro y, gracias a las donaciones, salvó la vida de más de 2,2 millones de niños.
A los 14 años, Harrison fue sometido a una operación cardíaca, habiendo sobrevivido a la transfusión de 13 litros de sangre que se volvieron responsables por la aparición del anticuerpo Inmunoglobina Rho (D) en su cuerpo.
Este anticuerpo combate la enfermedad de Rhesus. Esta enfermedad ocurre cuando la sangre de la madre Rh- y la del bebé Rh+ son mezclados aún dentro del útero, provocando la muerte o problemas de salud a largo plazo, como daños cerebrales.
Hace más de cinco décadas, “el hombre del brazo de oro”, como es conocido, hace sus donaciones y en ningún momento se arrepiente en “extender” su mano al prójimo.
La historia de James no es tan común como la de muchas otras personas, pero cumple el segundo mayor mandamiento de Dios: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Marcos 12:31
Él sigue el mayor ejemplo dejado a la humanidad: la entrega del Señor Jesús, que en un acto de amor por las personas, y también para conceder la Salvación eterna a todos aquellos que se vuelven hacia Él, derramó toda Su sangre en la cruz.
Él no reclamó ni se quejó, solo comprobó Su afecto por cada uno de Sus hijos en la Tierra, donando hasta la última gota de Su propia sangre.
¿Y usted? ¿Qué ha hecho para ayudar a su prójimo?
El Señor Jesús y James Harrison continúan haciendo de todo por las almas y para salvar vidas, respectivamente.
Este es el momento para que se detenga y repiense sus actos. Cuando se extiende una mano al prójimo, la mano de Dios, con seguridad, Se extenderá a usted.
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