Las personas comenzaron a llegar una hora antes para participar de una reunión en que el poder de Dios se manifestaría grandemente.
El obispo comenzó hablando de dos hombres, uno que servía a Dios y otro que servía a ese hombre. Cuando fue un gran ejército contra ellos enfrentaron un problema los dos. “La diferencia no estaba en el problema, sino en la mirada de cada uno de ellos. La Biblia dice así: “Y se levantó de mañana y salió el que servía al varón de Dios, y he aquí el ejército que tenía sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿qué haremos?”,(2 Reyes 6:15).
¿Cuántas veces usted delante de un problema se ha quedado perdido? Delante de un problema usted dice así, “qué hago con este problema”. Y aquel criado cuando miró los enemigos el dijo, “¡Ah, señor mío!, ¿qué haremos? El le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Señor, que abras sus ojos para que vea. Entonces el Señor abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo.”, (2 Reyes 6:16-17). Usted puede ver la diferencia cuando una persona es de Dios”, explicó.
Luego definió a la persona que es de Dios, como aquella que delante de un problema muy grande se caracteriza por tener paz, tranquilidad y seguridad. No se queda perdida preguntando qué hacer porque ella es de Dios. “Porque uno sabe que mayor es aquel que está con uno que aquellos que se encuentran en contra. ¿Será que usted ha tenido esa seguridad?”, agregó.
La diferencia está en cómo uno reacciona delante del problema. Cuando uno es de Dios uno no tiene miedo, no hay desesperación, no hay ganas de quitarse la vida, no hay depresión, porque uno sabe que aunque el problema sea grande, más grande es aquel que está con uno.
“Usted tiene que ser de Dios, si usted es una persona de Dios, aunque vengan los problemas, usted va a mantenerse tranquilo, en paz y con la seguridad de la victoria. Si de pronto la victoria no viene hoy, sabrá que vendrá mañana, si no viene mañana, usted sabrá que vendrá pasado mañana, pero vendrá y cuanto más tarde mayor también será la victoria. Ahora, para esto uno tiene que pertenecer a Dios”, enseñó el obispo.
A continuación explicó a los presentes lo que es necesario hacer para ser una persona de Dios. “Si usted quiere pertenecer a Jesús, solo hay un camino, no hay dos caminos, es uno nomás: Usted necesita entregarse a Jesús, porque pertenecen a Jesús no aquellos que se encuentran adentro de la iglesia, sino aquellos que viven de acuerdo con Su Palabra. Entregarse a Jesús es tener un compromiso. Cuando una persona logra entregarse a Él, ella no dice, yo me entregué, ella vive de acuerdo con Su Palabra. Ella practica, no solamente oye, y el hecho de practicar, de poner por obra la Palabra de Dios demuestra que ella ha tenido un compromiso con Jesús. Entonces, cuando venga el problema, ella va a tener tranquilidad, porque va a decir, es verdad, el problema que yo tengo es un problema muy grande, pero hay un detalle, más grande es aquel que está conmigo.”
Para finalizar invitó a las personas a entregarse a Jesús, porque aunque haya problemas, la persona sabrá que tendrá la victoria. “Vivir según la voluntad de Dios, de acuerdo con la Palabra de Dios y obedeciendo en todo Su Palabra prueba que uno pertenece a Dios y cuando uno es de Dios, uno es fuerte”, finalizó.
Testimonios: