Durante los primeros 12 años de vida, el ochenta por ciento del aprendizaje del niño tiene lugar a través de sus ojos. Detrás de un elevado porcentaje de casos de fracaso o bajo rendimiento escolar, se encuentran problemas en la visión infantil no diagnosticados
“Pareciera que lo que le enseñan en el colegio le entra por un oído y le sale por el otro, porque no termina de aprender las lecciones y saca malas notas…”. Es lo que suelen comentar algunos profesores o padres de alumnos, cuyo rendimiento en los estudios no destaca precisamente por su brillantez.
No obstante, quizá lo más correcto -o al menos lo más cercano a la evidencia científica- consistiría en afirmar que los conocimientos que pretenden inculcarles a alguno niños “le entran por un ojo y le salen por el otro…”, ya que en las primera décadas de la vida el aprendizaje se realiza -en su mayor parte- por la vía ocular.
Si un niño tiene problemas en la visión, que no son detectados o tratados a tiempo, su aprendizaje escolar se puede ver seriamente interferido, incluso en las etapas posteriores del crecimiento y desarrollo infantil, desalentando su progreso en los estudios y generando frustración en el propio afectado y sus padres.
Según el oftalmólogo Carlos Verges, de Barcelona, el 80 por ciento del aprendizaje del niño durante los primeros 12 años de vida tiene lugar a través de los ojos, mientras que los problemas que sufren los órganos visuales son una de las causas más desconocidas del fracaso escolar.
“Los cambios en la visión infantil pueden ocurrir sin que los padres del niño se den cuenta de que suceden, por lo cual es responsabilidad de los mayores preocuparse de que sus hijos se realicen las revisiones visuales de forma regular”, advierte el experto. Y recuerda que identificar tempranamente los problemas de visión puede resultar crucial, porque los menores suelen ser más sensibles al tratamiento si se diagnostica a tiempo.
Mala visión, peor desempeño
Según un estudio visual europeo en la mayoría de los casos son las propias familias las primeras en detectar posibles problemas de visión del niño.
Los expertos señalan que un examen completo de los ojos puede ayudar a identificar algunas situaciones que podrían originar dificultades visuales en el futuro como la miopía, hipermetropía, astigmatismo y estrabismo, las cuales pueden tener un impacto negativo en la capacidad de niños y niñas para aprender y alcanzar sus objetivos en clase.
Según datos del Colegio Oficial de Ópticos Optometristas de la Comunidad Valenciana (COOCV) uno de cada tres niños evitaría el fracaso escolar con una revisión visual.
Síntomas y prevención
Las disfunciones visuales infantiles suelen manifestarse a través de una serie de síntomas que los padres y profesores pueden detectar como escozor de los ojos, lagrimeo excesivo, parpadeo constante, excesiva sensibilidad a la luz, mala postura del cuerpo o la cabeza, baja comprensión de la lectura respecto de la edad, fruncir el ceño cuando se lee o se escribe y perderse entre líneas.
El COOCV recomienda que los estudiantes acudan a un especialista de la visión al menos una vez al año, aunque no manifiesten síntomas de mala visión.
Además les aconsejan que no dispongan solamente de estímulos visuales próximos, y que elijan un espacio de estudio cuyas ventanas sean amplias para poder mirar por ellas, y proporcionen luz natural. Ésta debe complementarse con fuentes de luz artificial para que la iluminación sea más uniforme.
Según el COOCV también es aconsejable que los alumnos no se sienten siempre en el mismo sitio, ya que variando su posición en el aula se modifica la distancia y el ángulo de visión de los objetos, lo cual puede ayudar a detectar problemas visuales en fase inicial.
Los cambios en la visión infantil pueden ocurrir sin que los padres del niño se den cuenta, por eso es importante hacer controles visuales de forma regular.