¿Quién no se ha sentido débil frente a una situación? ¿Quién no dejó de reaccionar por sentirse inferior, sin fuerzas o despreciado? Todo ser humano ya pasó o pasará por eso. Pero ¿cómo actuar?
David es un ejemplo de lo que se debe hacer frente a lo que parece imposible. Al enfrentar a Goliat, fue menospreciado porque era pequeño, tenía un aspecto simple, y encima se opuso al gigante con una onda y cinco piedritas (1 Samuel 17:40-41).
Cuando Goliat vio eso, obviamente, quiso debilitar aún más a David, pero no lo logró. David estaba allí por la fuerza del Señor, no necesitaba espadas ni escudos (1 Samuel 17:42-47).
Cuando Goliat atacó a David, David no se escondió, no salió corriendo ni pensó en defenderse, él también hizo su ataque, sin miedo y sabiendo lo que tenía que hacer. Y, fue solo clavándole una piedra en la cara que Goliat cayó al suelo y murió (1 Samuel 17:48-49).
Y usted, ¿qué hace cuando aparece una situación difícil? David no se aferró a su aspecto delgado, no se avergonzó ni se juzgó presa fácil, se fortaleció en el Señor y siguió adelante.
David tampoco se aferró al hecho de la simplicidad de sus armas, sino que sabía lo que tenía que hacer, teniendo tan poco en sus manos. Tomó cinco piedras, pero usó solo una para tumbar al gigante.
Usted también puede enfrentar sus miedos. Eso que usted juzga como debilidad, (según sus ojos) es fuerza en Dios. Parece que todo lo que tiene en sus manos para actuar es como nada y que no logrará alcanzar su objetivo, pero no mire con ojos carnales, siga hacia adelante con aquello que el Señor puso en sus manos, sin miedo, sin auto juzgarse. Usted logrará derribar al gigante de su vida.
Haga de su debilidad, fuerza en el Señor.
“Y me ha dicho: «Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad.» Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.” 2 Corintios 12:9