¿Quién no ha escuchado alguna vez hablar de Sara, la esposa tan amada del considerado padre de la fe, Abraham? Una mujer muy amada y admirada por su marido. Pero, a pesar de tener toda su atención, no podía proporcionarle una de las mayores bendiciones: un hijo.
Abraham quería un heredero, una persona a quien pudiera enseñarle la Palabra de Dios y que continuara su trabajo en la Tierra. Pero, ¿cómo realizar ese sueño si su esposa era estéril? El padre de la fe tenía muchas siervas y, a pedido de su propia mujer, tuvo un hijo con una de ellas. Pero en su interior estaba el deseo de que su esposa diese a luz. Abraham tuvo paciencia para esperar, hasta que, un día, tuvo un encuentro con Dios y el Altísimo le prometió una gran nación.
“… Vete de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Haré de ti una nación grande, te bendeciré, engrandeceré tu nombre y serás bendición…” Génesis 12:1-2
Abraham mantuvo su amor, su fidelidad hacia Sara, y comenzó su caminata con Dios.
“Abraham generó hijos con Sara lo que significaba generar hijos de Dios, ya que solamente aquellos que son nacidos del Espíritu son hijos de Dios. Pero el hijo que nació de la esclava fue engendrado por el sentimiento, hijo de la carne. Existen muchas personas que están hace años dentro de las iglesias, oran, ayunan, pero son nacidos de la carne, personas llenas de emoción, que viven una fe emotiva y se convierten en perseguidoras implacables de los que son nacidos del Espíritu Santo”, dijo el obispo Edir Macedo, el pasado jueves 22, durante el mensaje de fe transmitido por TV Universal y Red Aleluya.
Los conflictos dentro de las iglesias ya tienen larga data. La Iglesia Primitiva sufría persecuciones por divulgar la Salvación. Los cristianos fueron juzgados y asesinados por los que decían formar parte del cuerpo de Cristo.
“Lo hijos del Espíritu no tienen nada en contra de los de la carne. Pero los hijos de la carne tienen mucho en contra de los hijos del Espíritu. En la Iglesia Primitiva ocurría lo mismo, el conflicto era igual, lo que sucede en las iglesias hasta en los días de hoy. Quien es nacido del Espíritu tiene el carácter de Dios, tiene un sólo pensamiento, un sólo corazón y una sola fe. Solo existe un Espíritu Santo, y quien lo posee tiene comunión con su hermano. Pero cuando el espíritu es diferente, entonces no puede haber concordancia”, añadió.