Una joven señora, que frecuentaba la iglesia durante muchos años, un día se acercó a hablar conmigo. En sus ojos había una tristeza que yo no conseguía comprender, pues se trataba de una de las mujeres más activas de la iglesia. Siempre estaba disponible para servir, sin importar la hora, el lugar o la persona. Siempre admiré su fidelidad y su buena reputación entre los demás. Pero ahora había algo extraño en su brillo. Esa mujer se abrió y reveló un secreto muy fuerte: todavía no conocía al Dios a quien había servido durante toda su vida.
Infelizmente, hay muchas personas fieles en la iglesia que están en esta misma situación, vieron el poder de Dios en su vida, experimentaron algunas de Sus promesas, pero todavía no Lo conocieron personalmente. ¿Cómo puede una persona servir o agradar a alguien que no conoce? La verdad, no es posible. Puede hasta intentarlo durante un tiempo, pero, tarde o temprano, se debilita en la fe y se cansa de hacer el bien sin ninguna respuesta. Su espíritu se queda seco y vacío, su mente se llena de signos de interrogación y su trabajo para Dios se vuelve pesado. De esta forma, se pregunta sí el Señor está realmente a su alrededor. Dios está siempre a nuestro alrededor, sin ninguna duda; sin embargo, solamente las que verdaderamente Lo conocen pueden verlo, y tienen la garantía dada por el Señor de que Él está con ellas y, por eso, no temen, no se rinden y no se espantan cuando la situación está difícil. Los problemas siempre vendrán — eso es un hecho — pero superarlos está garantizado sólo para los que conocen a Dios personalmente en su vida. La Biblia dice así: ‘Porque todo el que es nacido de Dios vence al mundo; y ésta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe” (1 Juan 5:4).
Acabas de descubrir que lo que realmente está por detrás de todas tus luchas espirituales es la falta del nuevo nacimiento. ¿Y ahora?
¿Deseas nacer de Dios? ¿Quieres saber cuáles son los requisitos para que alguien nazca o tenga un encuentro con Él? La respuesta a esas preguntas es: la fe. Es el único camino para llegar a Dios y la única manera de conquistar algún favor de Dios. Es tan simple como parece, pero las personas lo complican mucho, sobre todo el primer paso; parecen creer que necesitan ser de determinada manera o que nunca deberían haber hecho algo o, incluso, que deberían haber hecho algo en el pasado, y ahora creen que están condenadas a no nacer nunca de Dios. Una cosa es verdad: tú no tienes que ser perfecta para nacer de Dios. Nadie es perfecto, y Él no es injusto para exigirnos algo que no podemos darle; sin embargo, tienes que dejar de hacer para Dios aquello que no está bien. Debilidades, dudas y malos pensamientos son extremadamente destructivos para tu fe. Tal vez la manera equivocada de pensar sobre ti misma sea lo que te impide encontrar a Dios, ya que, con una manera de pensar negativa, la fe no puede funcionar, y así no consigues llegar a Él. Así que, para de cuestionar a Dios o las cosas de Dios. Para de complicar las cosas y no dejes tu fe de lado. Tener fe es creer en algo que no se puede ver. ¡Eso es todo! ¡Si tú crees, nacerás de Dios!
Fragmento del libro “Mejor que Comprar Zapatos”, de Cristiane Cardoso | Foto: Thinkstock
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