Débil, blando, cobarde. Así fue Pilato ante la presión de los líderes judíos. Él, por más incrédulo que fuese, tenía más percepción espiritual de Jesús que la sarta de principales sacerdotes. Aún hoy no es diferente. Hay muchos “incrédulos” que heredarán los cielos, mientras que los religiosos hipócritas crujirán sus dientes en el infierno por toda la eternidad.