Los amalequitas fueron el primer pueblo que atacó a los israelitas sin provocación previa, sucedió cuando salieron del cautiverio de Egipto rumbo a la Tierra Prometida. En Refidim, cerca del Monte Sinaí, atacaron al pueblo de Dios cobardemente, alcanzando a los cansados y más frágiles que iban en la retaguardia. Por eso, el término “amalequita” es usado hasta hoy, como símbolo de aquellos que intentan estorbar a los que están en el camino mostrado por Dios.
El pueblo amalequita tuvo origen en Amalec, hijo de Elifaz (primogénito de Esaú) con Timna, su concubina (Génesis 36:12).
El pueblo de Israel sufrió otros ataques de los amalequitas, aun cuando la Tierra Prometida ya había sido tomada, como castigo por la desobediencia a Dios (Jueces 3.12-13). Junto a los medianitas, atacaron nuevamente a Israel, expuesta por Dios (Jueces 6:1-3), quienes saquearon la región durante 7 años, hasta que Gedeón y sus hombres los derrotaron (Jueces 7).
Sin embargo, Dios no solo puso a los amalequitas en contra de los israelitas. Ordenó que Saúl los exterminara hasta los límites de las tierras que ocupaban, cerca de Egipto (1 Samuel 2-3). Sin embargo, Saúl desobedeció a Dios y perdonó al rey amalequita Agag (ilustración adjunta).
En los días de David, sus esposas y bienes, al igual que las de sus guerreros seguidores, fueron tomados por los amalequitas en Ziclag mientras los hombres estaban ausentes, ya que estaban en batalla. David reunió 400 soldados y fue a perseguir a los saqueadores, recuperando a las mujeres y bienes robados (1 Samuel 30). Posteriormente, durante el reinado de Ezequías, guerreros de la tribu de Simeón exterminaron lo que restaba de los amalequitas (1 Crónicas 4:42-43).
Después de ese período, no existen más indicios del pueblo amalequita, ni en la historia bíblica ni en la secular.
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