Japón es un país de tradiciones milenarias, mezcladas con grandes descubrimientos tecnológicos. Un lugar donde a las personas les gusta tanto trabajar que, aun alcanzando la edad jubilatoria (61 años), desean continuar prestando servicios. Así lo reveló un estudio reciente, realizado por el gobierno japonés.
Sin embargo, respecto a la población de la tercera edad, no siempre las noticias son tan nobles. Datos gubernamentales muestran que 3.321 ancianos, de más de 65 años, fueron presos en 2012, y que muchos de los que no cometieron ningún crimen, se están aislando de todo y de todos, siendo encontrados muertos días más tarde, incluso meses después, dentro de sus propias casas.
Pero el aislamiento también afecta a la juventud del país. Muchos, paralizados por los temores sociales y luchando con sus propios sentimientos, deciden encerrarse en su propio mundo, viviendo en una realidad paralela. Existe un término para denominar a quien sufre de este mal: hikikomori. Eso cuando no optan por la muerte. Se estima que más de 30 mil personas cometen suicidio anualmente, solo en Japón.
Tales estadísticas demostraron que los problemas enfrentados por los japoneses van más allá de lo económico – el país aun sufre secuelas de la crisis mundial de 2008 y de recientes desastres naturales –, esto se extiende a todas las capas sociales, que, aun teniendo un gran apego a las religiones xintoísta y budista, no encuentran solución para las adversidades de la vida.
Para ir al encuentro de quienes sufren este y otro tipo de males, la Universal está presente desde 1995, ofreciendo apoyo espiritual por medio de sus 20 templos, esparcidos en todo el territorio japonés. En los mismos los voluntarios trabajan incesantemente, a fin de mostrar que por la fe en Dios, es posible que una persona cambie cualquier situación.
Además de las reuniones diarias, los ancianos reciben una atención especial, mediante oraciones dirigidas a la cura -por las cuales muchos dan testimonio de milagros inmediatos- como también a través de apoyo social, cuando personas de esa franja etaria que viven en asilos, reciben la visita de los voluntarios.
Campañas contra el suicidio y eventos promovidos al aire libre, también anuncian a la población el sacrificio hecho por el Señor Jesús en favor de la humanidad, como sucedió en el mes de septiembre, en el centro de la ciudad de Hamamatsu. “En una pieza de teatro (foto) la Fuerza Joven se esforzó enormemente para presentar cada acto, desde el nacimiento de Jesús hasta la crucifixión. También hubo una presentación musical y personas contando el testimonio sobre la transformación de sus vidas. Hicimos todo en portugués y en japonés, desde el comienzo hasta el final. Sin embargo, lo que más me gustaría destacar es que oí a un señor japonés diciendo: ‘No es que no queremos a Jesús, es que no sabemos quién es Él.’”, destacó el actual responsable del trabajo de la Universal en ese país, el obispo Marcelo Rocha.
Oír declaraciones como esa, solo hace que los misioneros se esfuercen aun más, para llegar a los sufridos. Personas como Fábio Shogo Shiraishi, sirven de ejemplo para mostrar que tanto esfuerzo ha valido la pena. Antes, formaba parte de la estadística de los jóvenes que viven aislados, buscando refugio en el mundo virtual para llenar el gran vacío que sienten. Hoy, es una prueba viva de que, en Dios, toda insatisfacción personal puede tener un final.
“Yo buscaba llenar ese vacío con salidas, el vicio del cigarrillo y las bebidas, y llegué a usar drogas. Permanecía días frente a la computadora, pues allí podría ser quien yo quisiera. Pero tampoco me ayudo. Al contrario, mi tristeza aumentaba y también el deseo de terminar con mi vida. En ese momento, recibí una invitación para ir a la Universal. Participando de las reuniones, aprendí a usar mi fe y alcancé la liberación de todos los vicios”, relata Fábio.
Liberación que el japonés Harada Shinji (foto), de 19 años, también recibió y pretende llevar a los que se encuentran en la misma situación vivida por él. Levantado a obrero recientemente, ahora su deseo es convertirse en un predicador de la Palabra de Dios. “Es un privilegio formar parte de esta Obra. Quiero ser usado para salvar a muchos japoneses y un día ser un pastor de la Universal”, comenta Harada (foto).
Frente a ese mismo deseo, expresado por otros jóvenes convertidos, el obispo Marcelo ha hecho reuniones para explicarle a los interesados sobre la preciosidad que es servir en el altar, a fin de que el objetivo de cada uno sea alcanzado y potencializado por el propio Dios. “Sabemos que el discípulo hace de todo para ser como su maestro, es así en los gimnasios de artes marciales, como en muchas otras instituciones, y también tiene que ser así en la Iglesia. Todos, en verdad, independientemente de ser obreros o no, deben luchar para ser iguales al maestro Jesucristo”, afirma el obispo, seguro de que el propio Dios que comenzó esa grandiosa Obra en Brasil es el mismo que la completará en el país asiático.
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