El fruto del Espíritu es una consecuencia o un efecto producido por el Espíritu Santo en la vida de un cristiano auténtico que se somete a la voluntad del Señor. No es el cristiano, que por sus propios esfuerzos o méritos va a producir los frutos o el fruto del Espíritu. Esto sucede por la participación mutua: el Espíritu Santo y el cristiano, juntos, producen el fruto.
El Espíritu Santo, a su vez, no impone a nadie Su propia voluntad, con el objetivo que se produzca el fruto; es necesaria una disposición real del ser humano en la búsqueda de la suprema voluntad de Dios para que Su Espíritu pueda efectuar una radical transformación en su interior.
Naciendo para Dios, el Espíritu Santo le concede una nueva vida que lo hace producir resultados de acuerdo con su nuevo carácter. Hoy aprenderemos acerca de la primera característica del fruto del Espíritu Santo…
El Amor
Por ser el amor la base en que se fundamentan los demás frutos y donde se desarrollan todas las virtudes espirituales, procuraremos poner énfasis en nuestro estudio sobre esa virtud.
El amor consiste básicamente en el querer para los otros lo mismo que queremos para nosotros. Es la dedicación al prójimo; la aplicación de tiempo y de energía en favor del semejante, de la misma manera que, voluntaria y necesariamente, aplicamos con nosotros. La misma cruz del Señor Jesús formaliza el amor puro y verdadero. El asta vertical representa nuestro amor a Dios, la horizontal, nuestro amor al prójimo. En el amor están los dos grandes mandamientos de la Ley de Dios:
“Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. “Y el segundo es semejante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.” Mateo 22:37-40
Por esa razón, comprobamos que en el amor existe una relación de uno para con el otro, más grande que un simple sentimiento de compasión o cariño. Realmente, el amor es definido por el sacrificio de quien ama sin esperar de la persona amada la respuesta, pues aquél que ama lo hace sin ningún interés propio, solamente desea dar. Creo que podemos definir el amor así: amor es donación.
Las modalidades del amor
a) El amor propio, aunque no sea condenado en la Sagrada Escritura, debe estar bajo total control para no tornarse un insoportable egoísmo.
b) El amor a Dios, al Señor Jesucristo y a las cosas celestiales debe tener un lugar destacado en nuestras vidas; es dirigido en un sentido vertical, lo cual es, ciertamente, el primer ordenamiento de Dios para los seres humanos (Mateo 22:37).
c) El amor de Dios por el hombre es la fuente de todo el bienestar y está dirigido al modelo de amor que debemos ejercer unos para con los otros.
d) El amor del hombre para con sus semejantes es exigido por Dios, a través del segundo gran mandamiento. (Mateo 22:39).
Mañana, aprenderemos sobre la segunda característica de quienes tienen el Espíritu Santo…
Extraido del libro “Las Obras de la Carne y los Frutos del Espíritu” del obispo Macedo.