Templo de la Universal en Dublín
En Irlanda, celebrar sin bebida alcohólica es algo raro. Inclusive en fiestas religiosas la tradición es beber hasta no poder más. Sin embargo, tal costumbre está alertando al gobierno por los daños causados a los embriagados y a la sociedad en general. Para conocer un poco sobre el tema, datos de la organización irlandesa “Alcohol Action Ireland” junto al Ministerio de Salud irlandés, señalan que, en 2012, cada habitante mayor de 15 años, consumió un promedio de 11,68 litros de alcohol puro, frente a los 10,7 litros consumidos por el resto de los europeos. Aliado a ese número, ese mismo año, en la capital, Dublín, hubo un aumento del 30% en la atención de emergencias nocturnas relacionada al uso de alcohol.
Hoy Leanne Nolan no depende más de la bebida para ser feliz
Además de las fechas conmemorativas, los problemas familiares y los conflictos existenciales también provocan que muchos abusen de bebidas fuertes y, en algunos casos, se vuelvan dependientes. Fue lo que sucedió con la estudiante irlandesa Leanne Nolan, de 20 años, que, para llenar el vacío que sentía, se entregó a los vicios. “Yo no tenía motivación para hacer las cosas, tampoco para vivir. Entonces, empecé a fumar y a tomar para olvidar mis problemas. Yo intentaba explicarles el vacío que había dentro de mí a los terapeutas, pero, al salir de las consultas, todo era igual, no había quien me entendiera. Era como si yo viviera en la oscuridad. No veía la luz al final del túnel”, recuerda.
Pero la luz tan deseada brilló para Leanne y llegó por medio de los voluntarios de la Universal, que actúan en el país hace 9 años, llevando esperanza a los que se encuentran sin motivación para vivir. “Finalmente, había encontrado personas que entendían lo que estaba pasando y creían en mí. Participando en las reuniones, en un corto período de tiempo, mi médico dijo que no necesitaba tomar más los antidepresivos. Dios hizo una transformación completa en mi interior, en mi vida, y hoy puedo decir que quiero vivir cada día para servir a este Dios tan maravilloso”, celebra.
Pastor Guilherme orando por las personas, durante la evangelización
Ese y otros testimonios, que se muestran diariamente en los tres templos de la Universal en Irlanda, son el combustible que hacen al pastor Guilherme Munhoz, actual responsable evangelístico de la región, junto a sus compañeros de fe, seguir con mayor velocidad en dirección a los sufridos, sin importarle las adversidades que surgen en el transcurso. “Se trata de un país con un gran número de católicos. Muchas veces tenemos que lidiar con una enorme soberbia, tanto espiritual como cultural. Llegamos a ser tratados como personas inferiores. Ya sufrimos diversos ataques verbales e incluso físicos”, revela el pastor.
Parte interna del templo, en Dublín
A diferencia de países como Brasil, donde la propagación del Evangelio se realiza también a través del uso de medios de comunicación, en Irlanda ese proceso aun ha sido restringido, pero ese obstáculo provisorio no impide que la Palabra de Dios sea anunciada de los diferentes modos tradicionales. “La fuerza de la Universal aquí, han sido sus propios miembros, que de puerta en puerta, uno a uno, han divulgado la acción de la Iglesia.”
A los voluntarios de la Universal, tampoco el frío intenso les impide evangelizar
Allí, también se llevan a cabo acciones en el ámbito social y cultural. Un buen ejemplo es el incentivo que se da a los jóvenes a través del Yong Power Group (Fuerza Joven), que descubre sus talentos artísticos por medio de presentaciones de obras de teatro y grupos de danzas. Las mujeres que sufren violencia física y abusos sexuales también son asistidas por el Sisterhood, que difunde caminatas con el objetivo de concientizar sobre la gravedad del tema y ofrece apoyo psicológico a las víctimas.
Caminata contra la violencia, por las calles de Irlanda
Al igual que en los demás países en los que actúa, la finalidad de la Universal en Irlanda – no es llevar allí la cultura brasileña ni hacer que las personas cambien de religión- es mostrar que existe una opción de vida que se llama Jesús, y que con Él nadie necesita acostumbrarse a los problemas, sino vencerlos, usando la fe que trae resultados. “En casi todo tenemos que adaptarnos al país, sea en la cultura, en el clima, en la lengua. Sin embargo, nuestra esencia es el Espíritu Santo que recibimos, y Él prevalece, para que surja un pueblo nacido de Dios”, finaliza el pastor Guilherme.
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