¿Quién no quiere ser una persona de éxito? ¿Quién no quiere llegar al éxito y a la prosperidad? En el fondo, esas son aspiraciones de todos los seres humanos. Para el empresario, por ejemplo, son metas a alcanzar, utilizando el emprendimiento como apoyo.
Los principales factores de éxito de las empresas que sobreviven en la selva del mercado, son la creatividad, la perseverancia y la capacidad de liderazgo del empresario. Saber aprovechar las oportunidades, capacidad para asumir riesgos, el conocimiento de las herramientas administrativas y contables, la utilización de capital propio en la inversión, existencia de capital de trabajo, reinversión de la ganancia de la empresa y una buena estrategia de marketing y ventas también es fundamental.
Ya hablamos de algunas de esas características y de cómo el emprendedor debe actuar para alcanzar el éxito. Mientras tanto, se trata de un tema inagotable, que siempre demanda nuevas consideraciones.
El secreto del emprendedor cristiano
Bajo la óptica cristiana, vamos a saber cómo es realmente posible el éxito:
Los empresarios viven para las conquistas. El objetivo de sus vidas es destacarse. Son personas que aprenden con las reglas, pero sobretodo, saben cuándo quebrarlas, inventando sus propias normas y estableciendo nuevos paradigmas.
Planes
Un ejemplo muy claro fue el Señor Jesús. Con solo 12 seguidores, mostró una nueva manera de pensar y actuar que se propagó por todo el mundo y es ejemplo hasta hoy. Él tenía un plan y fue hábil al ponerlo en acción, haciendo que se concretara, aun después de su muerte.
Riesgos
Un empresario tiene la verdadera dimensión de la realidad y la relación con el mundo que lo rodea. Posee la capacidad de asumir riesgos, condición fundamental para alcanzar el éxito.
El ejemplo de Jesús nos viene a la mente nuevamente. Él tenía conciencia de que era hijo de Dios y que podría realizar lo imposible. ¿Quién podría creer, en aquellos tiempos, que la selección de los 12 apóstoles sería fundamental para propagar la Palabra?
Jesús corrió riesgos al elegir hombres que no eran sabios: pescadores, soldados, cobradores de impuestos y muchos de ellos, incluso, incrédulos. Él los convenció de que serían capaces de realizar lo que Él propusiera, aun frente a la incredulidad de ellos mismos, y que podrían ser perfeccionados para seguir el plan de Dios. Y más: ¿quién imaginaría que Su “contrato” funcionaría?
Equilibrio
Para llegar a ese intento, Jesús trabajaba arduamente y no perdía oportunidades de enseñarles a Sus apóstoles y a aquellos que venían a buscarlo. Sin embargo, Él tenía la medida correcta de las cosas, estableciendo tiempo para todo.
Esa es una lección para quien cree que ser workaholic (adicto al trabajo) puede ser la solución para el éxito. Error. Esa actitud puede causar problemas de estrés y malas relaciones con la familia y amigos. Lo ideal es saber dosificar el tiempo.
Conocimiento
El éxito empresarial también depende de lo que se aprende y de cómo es aplicado el conocimiento en favor del crecimiento profesional y de la empresa. Trayéndolo hacia el contexto cristiano, la Biblia revela que los apóstoles aprendieron con Cristo y predicaron como Les había enseñado. Por eso los planes de Dios continuaron y la Palabra de Dios se propagó por todo el mundo.
Un detalle importantísimo
Paralelamente a los consejos anteriores existe un detalle importantísimo: es fundamental saber que la actividad profesional de cualquier cristiano se encuentra en el campo de la voluntad permisiva de Dios. Él no decide por el empresario, sino que lo orienta y lo bendice.
Entienda que antes de tomar decisiones es aconsejable poner todos sus planes en el altar del Altísimo. No tenga prisa. Busque intensamente una respuesta de Dios. Escuche la voz del Espíritu Santo. Él, con certeza, testificará en su corazón y habrá paz con respecto a la decisión correcta.
Aprenda a no poner su voluntad por encima de la de Dios. Muchas veces, queremos tanto algo que no nos detenemos a escuchar la voz del Espíritu Santo. La paciencia es importante, aunque existan adversidades.
No se olvide: el Señor tiene el tiempo correcto para actuar y responder. Ponga su negocio siempre en las manos de Dios. Habitúese a leer la Palabra todos los días y pida dirección y sabiduría. Ore por su empresa y ponga en las manos de Dios los problemas y las decisiones que necesite tomar.
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