Él se atrevió hacerle una pregunta a Dios. Pero no fue un tipo de atrevimiento sin respeto, lleno de soberbia, de quien espera ser servido en lugar de servir. Habacuc primero obedeció, tuvo intimidad con el Señor para, a partir de ahí, tener una conversación sincera con Él.
No se sabe mucho sobre la historia personal de Habacuc, solamente lo que se puede ver en el libro de la Biblia que lleva su nombre, en el Antiguo Testamento, cuyos acontecimientos son aproximadamente de 600 antes de Cristo (a.C.).
La tradición judía defiende que Habacuc era de la tribu de Levi y, por lo tanto, servía en el Templo de Salomón.
En la Biblia, en su libro, él se ve ante una pregunta provocadora para hacerle a Dios. Veía la injusticia entre su pueblo, no entendía cómo permitía que existiera.
“¿Hasta cuándo, oh Señor, clamaré, y no oirás; y daré voces a Ti a causa de la violencia, y no salvarás? ¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que vea molestia? Destrucción y violencia están delante de mí, y pleito y contienda se levantan. Por lo cual la ley es debilitada, y el juicio no sale según la verdad; por cuanto el impío asedia al justo, por eso sale torcida la justicia.” Habacuc 1:2-4
¿Quién nunca se hizo esa pregunta a sí mismo? Muchos la usan, incluso, para cuestionar la existencia de Dios. Son los que se dicen ateos. Eso no significa que Habacuc dudara de Dios, pero quería entender.
El profeta comienza a recibir la respuesta Divina a lo largo de los versículos de los primeros dos capítulos. La injusticia reinaba en el pueblo a causa del pecado. De la idolatría. Del culto a la propia fuerza. Es una consecuencia del alejamiento de Dios, aunque muchos dijeran que estaban con Él.
El profeta pregunta el motivo de tanta opresión. La respuesta: la situación va a empeorar, ya que el pueblo de Israel será dominado por un poderoso enemigo (1:5-11). Habacuc se aterra y le pregunta a Dios, más poderoso que todo y todos, porqué dejará suceder eso.
¿Lo que relata Habacuc es diferente a los días de hoy?
Violencia y deshonestidad están por todos lados. ¿Por qué muchos impíos prosperan y parece que tienen una vida óptima? Por lo menos parece.
Lo interesante es que el profeta no entiende la actitud de Dios, pero no le falta el respeto. Él hace una pregunta, pero sabe esperar, humildemente, la respuesta definitiva; aunque las anteriores parezcan haberlo confundido aún más.
Él no acusa a Dios – como muchos acostumbran hacer en momentos de dudas, que solo traban.
Sin embargo, Dios dice que aquel pueblo enemigo (los caldeos, provenientes de Babilonia) incluso dominará Israel, pero que será castigado por sus prácticas inmundas (capítulo 2).
Habacuc, en el tercer capítulo, se da cuenta de que aunque la opresión parezca dominar, no se debilitará, si realmente se somete a Dios. En su debilidad, encontrará la fuerza verdadera.
Al igual que en aquella época, actualmente, existe quien prospera en la impiedad, en la injusticia. Pero, también existe quien prospera en la fe. Para esas personas hay libramientos, perseverancia, superación. Hay conquistas.
Como en la época de Habacuc, la injusticia existe. Existe el pecado. Sin embargo, hay victorias en Dios para quienes lo sirven. Ahí entra un detalle interesante: el profeta tenía preguntas, y perseguía una respuesta. Quería entender qué hacía Dios, y cómo lo hacía. Cuando, en realidad, lo importante era saber que Dios simplemente lo hacía. Él no se equivoca, y la parte del profeta (y la nuestra) era confiar en Él, poner en práctica la fe – “(…) mas el justo por su fe vivirá”, como lo muestra Habacuc 2:4. Aun frente a circunstancias adversas, cuando todo parecía perdido.
Aquellos que parecían oprimidos, pero sirvieron a Dios humildemente, terminaron mostrándose como los futuros y verdaderos vencedores. No cedieron al mal solamente porque eran agredidos por este. No combatieron el mal con otro mal. Confiaron en Dios y esperaron Su providencia en el momento adecuado.
Al entender eso, Habacuc cesó sus preguntas. En el tercer capítulo de su libro, profirió una oración en la cual declaraba su dependencia y confianza en Dios. La cual fue usada como canto de alabanza- muy probablemente en el propio Templo de Salomón, donde servía como levita – como lo confirman varios términos de orientación musical a lo largo del texto.
Muchas veces, nos concentramos en las respuestas que queremos, pero no nos detenemos a pensar si hicimos las preguntas correctas.