En estos días, vi la publicidad de un teléfono celular que orgullosamente divulgaba algo como: “No necesitas tocar el celular, obedece tu voz”. Me quedé intentando entender cuál es el problema de tocar el celular.
Esta semana me sorprendí con otro anuncio “fantástico”: “Con el objetivo de facilitar la vida de los usuarios” (vida difícil la de apretar un botón), la empresa x (no voy a hacerle propaganda) hizo cambios en su nueva línea de Smart TVs” (Smart TV= TV inteligente. Lo que significa que la mía es burra). Los usuarios podrán “volver a la pantalla anterior y hacer una pausa en el video, con solo mover el dedo en el sentido anti horario (…)” Los comandos de voz tendrán funciones reducidas, como el cambio de canal, que se podrá realizar diciendo simplemente el número, sin que sea necesario decir ‘Cambiar el canal’”.
¿Solamente yo encuentro a esto bizarro? No, no estoy en contra del avance de la tecnología, es realmente increíble que una TV haga todo con tan poco. El problema es que los aparatos están siendo más inteligentes para que la sociedad se vuelva cada vez más burra.
Fue comprobado por la neurociencia que cuanto más usted use su cerebro, más se desarrolla. Entonces, cuanto menos usa su cerebro, menos se desarrolla. Nuestra sociedad está caminando hacia un embrutecimiento en masa y los pocos cerebros que todavía funcionan se dedican a crear artefactos que les haga posible a los demás cerebros, acomodarse en su pereza. Vivimos la cultura de la pereza mental, de la información superficial, de las facilidades que crean mentes flácidas que no lograrían sobrevivir si tuvieran que vivir 100 o 200 años atrás, sin computadoras, heladeras, ni smartphones.
Las personas están siendo entrenadas a fin de no esforzarse mentalmente para nada en absoluto, para no sacrificar por nada. Quieren que todo caiga del cielo, por medio de un simple comando de voz. Están condicionando sus mentes a un estado de embotamiento y dependencia. Ese “entrenamiento” se ha extendido hasta el sistema educativo, haciendo que las personas logren alcanzar altos niveles de escolaridad con poquísimo uso del cerebro. Seres cuyo máximo esfuerzo será girar el dedo en sentido anti-horario. Escribir, leer y pensar serán actividades limitadas solo a aquellos que desean dominar y manipular a esa masa.
Una sociedad así, se vuelve un ejército de zombis listo a obedecer al que la nube de los medios de comunicación determine. Lista a seguir al líder que esta señale. Sin pensamientos propios, sin sentido crítico, repitiendo los pensamientos de los demás mediante sus mentes derretidas por la industria del entretenimiento y por la ley del menor esfuerzo. Lo peor es que ni siquiera se dan cuenta de eso y encima se enojan si alguien les sugiere que sacrifiquen su tiempo, esfuerzo y deseo a cambio de cualquier cosa, por mayor que sea.
Cabe a cada uno de nosotros, héroes de la resistencia (por lo menos así me siento), remar contra la corriente y mantener nuestro derecho de ejercitar el cerebro, desarrollando nuestras propias opiniones y ayudando a los que quieren ser salvos de ese entorpecimiento, enseñándoles el maravilloso camino de enfrentar y vencer desafíos. Porque si el precio de “facilitar la vida” es volverse parte de un ejército de muertos-vivos, mis amigos, yo siempre voy a preferir el sacrificio.
Por Vanessa Lampert
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