La nueva cama elástica llegó. Y con ella toda la excitación. Saltos, vuelos, diversión y felicidad a disposición de quienes quieran participar de la fiesta. Cada uno salta más alto que el otro y se llenan de mariposas en el estómago, el delicioso vértigo, las ganas de ir cada vez más alto y ver qué hay detrás de las paredes vecinas. Los amigos también se entusiasman, incentivan. Sábado, domingo, viernes y todos los días de la semana que puedan. A cada hora libre en la agenda, una nueva sesión de cama elástica. Hasta que alguien se estrella en el piso.
Fue la pata que se oxidó
Fue el tejido que se abrió.
Fue mucho peso al mismo tiempo.
Y está abierta la temporada de cacería para los culpables.
Es siempre así: al comienzo todo se resume en aprovechar al máximo. Todo el tiempo posible, toda la energía que se tiene. Pero luego, antes de dejar que el tiempo se empiece a notar, el delicioso miedo pasa. La emoción se va poco a poco también. Saltar en la cama elástica se vuelve un hábito, casi una obligación, ya que los amigos aún insisten en que eso funcione. Todos se acostumbran con ese escenario y no vale la pena cambiar. Eso hasta que alguien se estrelle en el piso.
La víctima está estrellada en el patio, mirando la cama elástica por arriba de la espalda e intentando entender qué sucedió. Lastimado, sangrando, indignado. ¿De quién es la culpa? ¿De quién? ¿No es de nadie? ¿O tal vez sea de todos los dueños?
Si las patas se oxidaron, si el tejido se abrió, si fue muy exigido el juguete, la culpa es de quien no hizo la manutención.
¿De quién es la culpa?
El obispo Renato Cardoso, en su blog, nos recomienda que siempre preguntemos 5 veces el porqué de las cosas. Y así entonces tendremos una respuesta para el problema. Casi siempre la culpa es de quien tiene el problema.
La relación es una eterna y gigantesca “cama elástica”. En ella suben todos los sentimientos, las actitudes, las situaciones y el pasado. Evidentemente, es necesario hacer la manutención del juguete. Prestar atención si la base está firme, sacar lo que está solo ocupando espacio o haciendo peso de más y lo que no sea necesario sobre el tejido.
Muchas parejas creen que la manutención de encantamiento de una relación es obra del destino. “Está bien como está. Deja que el tiempo pase y todo permanecerá bien”, es lo que dicen. Pero no es así que son las cosas. En la reflexión -“Cuando una pareja no logra dialogar”-, el obispo Renato nos recuerda que menos del 10% de la comunicación entre las personas es hecha de forma no verbal. Es necesario actuar.
La cama elástica no se va a preservar entera sola. El tiempo no va a cuidar su relación por usted. Esté atento, reflexione, dialogue, actúe de forma que muestre que ama a quien está con usted. No piense que el otro puede deducir eso solo, porque, muchas veces, no puede.
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