“No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio.” 1 Timoteo 4:14
El motivo por el cual muchos obreros fracasan en sus respectivos ministerios, reside en el hecho de que, a lo largo de los meses y de los años que están trabajando en la Obra, comienzan a permitir que el “CÁNCER ESPIRITUAL” llamado relajación y conformismo invada sus corazones, descuidando el don más importante del mundo, que es el don de la fe.
Observe que hay quienes reciben varios dones como el arte de la medicina, de la abogacía, de la administración, el arte del deporte de modo general, etc.
Nosotros recibimos el don de la fe, el arte de liberar, curar y bendecir a las personas y, sobre todo, conducirlas hacia la Salvación. Eso es muy fuerte, pero muchos lo han despreciado. Por consiguiente, terminan perdiéndolo. Vigilemos para que no caigamos en esa trampa del diablo.
No somos normales, somos especiales, pues tenemos un don que nadie tiene. La visión y la dirección que recibimos vienen del Espíritu Santo.
Nos fue revelada una fe capaz de destruir las fuerzas del mal y conquistar una vida de calidad, además de alcanzar la eterna Salvación, o sea, el derecho de vivir con Jesús para siempre. Él fue personalmente a preparar nuestra mansión celestial.
¿Qué más se puede querer obreros(as)?
“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en Mí. En la casa de Mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, Yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si Me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a Mí mismo, para que donde Yo estoy, vosotros también estéis.” Juan 14:1-3
Obrero(a), cuide el don que usted recibió para el progreso de su alma. Invierta en ella, pues es eterna. Un día ella se mudará de este mundo, oro todos los días y anhelo que sea para la gloria del Señor Jesús. Pero si la relajación y el conformismo prevalecen a lo largo de sus días aquí en la Tierra, lamentablemente ella podrá mudarse hacia el abismo de las tinieblas. No es ese el fin que usted quiere para usted y mucho menos el que Dios quiere, ¿no es verdad?
“Porque Yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el SEÑOR, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.
Entonces Me invocaréis, y vendréis y oraréis a Mí, y Yo os oiré; y Me buscaréis y Me hallaréis, porque Me buscaréis de todo vuestro corazón.
Y seré hallado por vosotros, dice el SEÑOR, y haré cambiar vuestra suerte…” Jeremías 29:11-14
(*) Texto retirado del blog del obispo Macedo