Según el último informe de la Organización Mundial de la Salud, el valor por cápita argentino está por encima del promedio en la región y dobla la media mundial. Vino y cerveza, las bebidas preferidas. El alcoholismo pega fuerte en diferentes estratos etarios y sociales.
Al iniciarse una nueva temporada estival que, como ya es una triste costumbre, encuentra a miles de jóvenes consumiendo alcohol en grandes cantidades (ya sea en la playa, el boliche o en la previa para salir a bailar), vale recordar las últimas estadísticas oficiales sobre la ingesta abusiva de bebidas alcohólicas en nuestro país.
Se trata de un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) realizado en el 2011 en el que se analizó el alcoholismo y su impacto en la salud en 193 países. La metodología utilizada por la OMS cuenta el consumo de personas a partir de los 15 años y los resultados nacionales son unívocamente alarmantes.
Si bien el valor por cápita de la Argentina está lejos de los obtenidos por los países que lideran el listado de alcoholismo (las exnaciones soviéticas o Rusia), su promedio de 10 litros por persona por año lo pone por encima de la media del continente (8,7 L) y casi doblando la mundial (6,3 L).
En cuanto a América Latina, la ingesta de alcohol por cabeza supera en un 40% al promedio mundial. En el continente, el consumo de bebidas alcohólicas -especialmente la cerveza- tuvo un gran aumento, siendo Brasil y la Argentina los mayores exponentes.
Según el estudio, el 18,5% de las muertes en la Argentina están relacionadas con el alcohol, ya sea por accidentes de tránsito en los que el consumo excesivo tuvo un papel preponderante, o enfermedades causadas por la bebida.
En ese sentido, y dando cuenta de su influencia, muchas veces letal, el alcohol estuvo presente en casi la mitad de los suicidios registrados este año en la Argentina, según fue reportado por autoridades oficiales.
El listado de la OMS coloca además al alcohol en el octavo lugar en el ranking de factores de riesgo de muerte a nivel mundial, y en tercero de mayor importancia como riesgo de enfermedad y discapacidad, tras nacer con un bajo peso y mantener relaciones sexuales sin protección.
A su vez, y siempre de acuerdo con el informe de la OMS, el 59% de los argentinos prefieren el vino a la hora de tomar, mientras que un 32% elige la cerveza y un 7% bebidas espirituosas (fernet y whisky, principalmente). Además, el consumo es el doble entre los hombres con respecto al de las mujeres.
Dando cuenta de la preocupante situación, ya un informe confeccionado por la Sedronar en base a un sondeo realizado entre noviembre y diciembre del 2010 sobre consumo de drogas, arrojaba que un millón de argentinos podían ser calificados directamente de “alcohólicos”, con síntomas de necesidad de ser tratados por esa enfermedad.
Es posible dejar el alcohol
Bernardino Mansilla, como tantos otros bebedores sociales llevaba una vida normal, sin darse cuenta se sumergió en el mundo del alcohol. Aumentó la cantidad de bebida y la frecuencia con que tomaba, en un momento se dio cuenta de que no podía salir, estaba atrapado en la bebida.
El alcohol no solo destruye a quien lo bebe, también afecta gravemente a la familia, porque se producen cambios en el carácter y el comportamiento. En el caso de Bernardino, sus actitudes lastimaban a su esposa. “Yo tenía el vicio del alcohol, tomaba mucho, tomaba un cajón de cerveza por día y cinco o seis vinos de dos litros, esto me generó muchas discusiones con mi esposa, peleábamos, llegué a golpearla”, recuerda.
Llegó a estar tan mal que pensaba en suicidarse por no encontrar una salida. “Era diabético y tenía una úlcera en la pierna, el tejido estaba todo morado y el médico me dijo que si avanzaba me tendrían que cortar la pierna.
Además tenía pesadillas, insomnio, siempre lloraba a la noche, eran lágrimas amargas. La única salida era quitarme la vida, un día me fui a las vías, lo había planeado bien, quería terminar con todo”, agrega Bernardino, quien, como tantos otros alcohólicos, no lograba encontrar una salida para su adicción.
Sin embargo, la solución llegó cuando empezó a participar de las reuniones en la Universal.
Usando su fe en las reuniones de liberación que se realizan los viernes logró ser libre del alcoholismo. Dejó de ser violento y agresivo con su esposa. “Hoy ya no necesito del alcohol, cambió mi vida, cambió mi carácter, ya no hay nerviosismo, duermo bien, la úlcera y la diabetes desaparecieron, estoy sano. Mi matrimonio y mi familia están diferentes, podemos sentarnos a charlar, compartimos todo. Hoy soy feliz”, afirma sonriendo Bernardino, quien concurre a la Universal de Florencio Varela, en Av. San Martín 3054.
Si usted se encuentra atrapado por el alcohol y no logra abandonarlo por sus propios medios, busque ayuda en una Universal. Allí encontrará fuerzas para abandonar el vicio y podrá, como Bernardino, tener una vida diferente, llena de paz, armonía y felicidad junto a su familia.
[fotos foto=”Latinstock – El Universal”]
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