Cuando miro la foto que está abajo se me eriza la piel… El obrero es la extensión del brazo del pastor en la iglesia (por lo menos en mi época lo era). El pastor dividía con los obreros la responsabilidad de mantener la iglesia en orden, recibir y acoger bien al pueblo.
Antes de empezar la reunión, los obreros recibían al pueblo en la puerta, mantenían una relación estrecha con algunos, y acompañaban el desarrollo del miembro en la iglesia.
Los obreros sabían cuando el miembro estaba desaparecido o no, y cuando no venía a las reuniones más importantes, lo buscaba.
Después de la reunión, frente al altar, esperaban a las personas que querían recibir una oración, algunas por sentirse mal, otras enfermas o con pedidos por la familia.
El respeto por el Obrero era grande, por quien quiera que fuese; ellos confiaban en Dios y su uniforme exhalaba poder, el diablo temblaba. Además, hasta yo temblaba de miedo cuando iba a hablar con un obrero, de tanto respeto que le tenía.
No cualquiera podía ser obrero en aquella época, no… El proceso era arduo. En ningún momento desmerezco a los de hoy, pero era diferente.
Al final de los años 80’ y al comienzo de la década del 90’, el obrero con seguridad era la mano derecha del Pastor, para que tenga idea, tal vez pueda contarle aquí algunas cosas que usted nunca vio.
Imagínese una reunión de domingo, que debería comenzar a las 7, y son las 7:25 y el pastor, por un imprevisto, todavía no llegó para iniciarlo. Un obrero toma el micrófono, se arrodilla, hace una oración, se levanta, mira al pueblo y dice: “Buen día, póngase de pie, en nombre del Señor Jesús. El pastor todavía no llegó, pero vamos a comenzar la reunión buscando la presencia de Dios, cante conmigo: En esta mañana feliz, en este santo lugar, yo marqué un encuentro con Dios…”.
Yo sólo vi a dos obreros comenzar un culto en lugar del pastor, pedir ofrenda, diezmos y además “predicar”, hasta el momento en el que el pastor llegó y siguió con la reunión.
Creo que en la mente de aquel obrero debe haber pasado algo como: “Gracias Señor, por esta oportunidad”.
¿Cuántas veces vio pasar eso?
No digo por el atraso del pastor, que es raro, pero lo que es más raro todavía es que el obrero de hoy tenga coraje para hacer eso.
El pastor no se sintió mal por eso, se despreocupó, ¿sabe por qué?
El obrero era la mano derecha del pastor.
Eso mismo, mano derecha, y, a veces, hasta la izquierda.
¿Sabía que muchos obreros hacían reuniones? Aquellas reuniones en los horarios en los que no van muchas personas a la iglesia, como el sábado a las 8 o el jueves a las 16, entre tantas otras cosas.
Recuerdo también que los obreros ayudaban mucho en los bautismos.
Mire los dibujos del bautisterio de esa época (década del 80’), si mal no recuerdo, fue el obrero Isaque quien hizo esos dibujos, que en mi opinión, ya eran lindos, ¿imagínese hoy con empapelado?
Y… la iglesia no estaba tan bien estructurada como hoy.
Puedo decir que la iglesia era como la iglesia primitiva, pues si necesitaba una reforma ya pensábamos: vamos a llamar a alguien del pueblo que pueda resolverlo, y recuerdo al Pastor Randal, cuando decía que las paredes de la iglesia estaban sucias, siempre aparecía alguien que las pintaba con todo el amor.
El tiempo pasó y quienes cambiaron fueron las personas, pero si usted desea volver a ser como antes, ¡sepa que sólo depende de usted!
¡Seamos diferentes para hacer la diferencia!
¿Cuántas veces en nuestras pequeñas iglesias, nosotros obreros, comenzamos una reunión hasta la llegada de nuestro pastor?
¡CÓMO SE EXTRAÑA!
Obr. Alexandre Fernandes
(*) Blog del obispo Edir Macedo / [fotos foto=”Thinkstock”]
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