Los fenicios eran un pueblo navegante, que negociaba maderas nobles, oro y piedras preciosas. Habitaban en diversas ciudades, a orillas del Mar Mediterráneo. Por medio de su matrimonio con Jezabel, el rey Acab esperaba tener asegurado, para su reinado, la amistad de la mayor potencia comercial de la época.
Esa alianza, desde el punto de vista político, parecía perfecta. En vez de buscar cimentar al pueblo de Israel con los principios de su fe en el Dios de sus padres, y así consolidar su reinado, ¡Acab se alió a los enemigos de Dios!
Buscó ardientemente fortalecerse, más que el propio reino de Judá. Actuó por la razón y por la astucia, a semejanza de muchos que, queriendo alcanzar sus objetivos económicos, se casan, o hacen alianzas incluso con el diablo.
La verdad es que la semilla se multiplica de la forma como es: si es mala, producirá también frutos malos. La unión con Jezabel fue fatídica no solo para Acab, sino para todo el pueblo de Israel.
Por inducción de su mujer idólatra, Acab construyó una casa para Baal, le edificó un altar y lo adoró. Levantó además una imagen de Asera, réplica del miembro masculino, como símbolo de la fertilización, promoviendo así más abominaciones entre el pueblo de Israel, provocando la ira del Señor.
Y como si no bastara, Jezabel se convirtió en perseguidora implacable de aquellos que servían a Dios, inclusive llevando a muchos de ellos a la muerte. A causa de eso, la palabra de los profetas en Israel fue silenciada.
En realidad, cuando la palabra profética, que incita a la santificación, es silenciada en la Iglesia, por cualquier motivo, deja espacio a otras palabras, que no son de Dios.
Es por eso que muchas iglesias, que una vez fueron tan usadas por el Espíritu Santo, hoy se parecen más a un cementerio. Lo mismo sucede con muchos cristianos que sustituyeron la dirección de la Palabra del Espíritu de Dios por la dirección de la palabra del espíritu de este mundo.
¡Y es ahí que Jezabel entra! El nombre Jezabel también significa “la pura”, pero es pura solamente en apariencia, pues esta es justamente su doctrina: producir un abismo entre la posición y la situación real, en Cristo.
La posición en Cristo es aquella en que la persona cree porque está escrito. Por ejemplo, confiesa que es lavada por Su sangre, pero, ¿su situación permanece pura? Veamos:
La persona cree, pero está escrito: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. 2 Corintios 5:17
¿Acaso las cosas viejas realmente ya pasaron? ¿O la persona sigue siendo aún la misma criatura antigua, con un carácter insoportable? Así se llega a la conclusión de que la posición que asume es una, y su situación verdadera es otra.
Cuando construimos un abismo entre posición y situación, confesando una cosa y viviendo otra, es porque la sombra de Jezabel está actuando en nuestro ser. Esto está ocurriendo en la Iglesia de nuestro Señor, pues la doctrina de Jezabel está siendo practicada:
“Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a Mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos.” Apocalipsis 2:20
El espíritu de Jezabel muchas veces logra inspirar y seducir a los siervos que no vigilan a comer cosas sacrificadas a los ídolos, o sea, que se sientan a la mesa en comunión con aquellos que no tienen nada con el Señor.
No siempre el pecado de la iglesia consiste en un acto contra el Señor Jesús, sino en la tolerancia pasiva con el enemigo. Tolerar significa estar de acuerdo, y es esto lo que la Iglesia moderna ha abrazado en estos últimos tiempos.
Casi nadie se atreve a denunciar a las falsas doctrinas, pues muchos no quieren quedarse aislados, ser etiquetados de sectas y vivir en la dependencia exclusiva de su fe en Dios.
Prefieren tolerar a Jezabel, en nombre de la paz con todos, que resistir a sus doctrinas. ¡Pero no fue eso lo que nuestro Señor enseñó! Él dijo:
“No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa.” Mateo 10:34-36
Aquellos que toleran las profecías de Jezabel, por temer a un conflicto con el sistema político-religioso de este mundo, es decir, con las tinieblas, ¡no soportaron las pruebas por las que debían pasar! Si son cobardes delante de las falsas doctrinas, ¡imagínese cuando tengan que pasar por la Gran Tribulación!
La prostitución espiritual es tan grave como la física, y significa infidelidad al Señor, que dijo: “Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación.” Apocalipsis 2:21
Cuando el pueblo de Israel estaba camino hacia la Tierra Prometida, cuando surgía la sospecha de que alguien tenía lepra, el sacerdote lo observaba bien y, entonces, determinaba que se quedase siete días aislado.
Si después de los siete días su situación física continuaba incierta, era aislado por siete días más. En el caso de ser constatada realmente la lepra, la persona era considerada inmunda y expulsada de la comunidad. Aplicado a Jezabel, significa que ella recibió un plazo para arrepentirse, pero no lo hizo. Por eso, la sentencia es:
“He aquí, Yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella. Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que Yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras.” Apocalipsis 2:22-23
Muchas personas que han confesado la fe cristiana viven una verdadera vida miserable, con un matrimonio arruinado, la salud debilitada, económicamente en ruinas, sus hijos enfermos, etc.
La realidad es que siempre hay demonios actuando por detrás de eso. Sin embargo, no podrían hacerlo si no hubiese el permiso de Dios. Nada sucede porque sí. Siempre hay un motivo, o una causa, por detrás de un efecto.
Ha sucedido que hay personas que dijeron así, que no hay nada de malo en ellas, y que cuestionaron en dónde estaría su pecado. Y en realidad hay una gran influencia del espíritu de Jezabel en su corazón.
Eso puede traducirse en intenciones impuras, orgullo y pensamientos malignos hacia un hermano, por ejemplo. De todos modos, el espíritu de prostitución espiritual está siempre activo en sus vidas.
Cualquiera que sea el motivo por el cual alguien tiene algo contra otra persona, especialmente contra un hermano, es contra el propio Señor Jesús. Y Él mismo determina una sentencia contra Jezabel, permitiéndole una humillación, a través de una enfermedad y de una gran tribulación.
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