Para un emprendedor, una empresa necesita ser guiada con inteligencia. Debe entender, de forma muy clara, que para alcanzar su objetivos no podrá hacer nada solo. Ya hablamos aquí de la importancia de formar equipos y de cómo la Biblia ya enseñaba ese recurso eficaz en la búsqueda del éxito mucho antes que los manuales y los especialistas modernos indicaran la relevancia del tema.
Ahora, vamos a hablar sobre la calificación del equipo como una diferencia para llegar a ese objetivo. Entrenar al equipo para que esté sintonizado con la filosofía y objetivos de la empresa es una herramienta que debe ser utilizada constantemente por el empresario.
Atención
Atender bien es un gran desafío para las empresas en los mercados actuales, es una cualidad perseguida por las organizaciones para fidelizar a la clientela. La buena atención de un equipo de ventas se basa en la premisa de que el vendedor es el eslabón entre la demanda del cliente y la propuesta de la empresa.
Para llegar a la atención plena es necesario que el profesional desarrolle habilidades y aplique conocimientos específicos para la tarea. Como mayor interesada, le corresponde a la empresa la implementación de una política permanente de capacitación del equipo, con el enfoque en el desarrollo de esos conocimientos y habilidades.
El gestor necesita estar atento a las habilidades de sus empleados y estimularlos. Debe percibir en ellos buena capacidad de relacionarse; buen humor y paciencia permanente; auto-motivación para superar metas; visión de futuro – verse, así como la empresa, en el mañana; capacidad de trabajar bajo presión; poseer entendimiento claro del papel de la empresa; y estar siempre muy bien informado sobre las acciones y estrategias desarrolladas por la competencia.
Atendiendo como Jesús
Con las orientaciones contenidas en la Biblia es posible notar que las cualidades citadas anteriormente ya formaban parte de la rutina de quien practicaba el Evangelio hace más de 2 mil años. Podemos decir que el Señor Jesús era un hombre de visión y acción.
Cuando reunió a los 12 escogidos para predicar la Palabra, notó el potencial que cada uno de ellos tenía. Estaba atento a las cualidades individuales, aunque ellos, en su interior, no creyeran en sus habilidades. Creaba en ellos el espíritu de motivación calcado en la premisa de que todo lo que necesitaran Dios se los proveería.
En sus prédicas, Jesús Se ocupaba de separar tiempo para enseñarles. Los estimulaba para que practicaran lo que les era dicho. Por encima de todo, les mostraba, con Su ejemplo, cómo debían actuar y les daba perspectiva, presentándoles una visión de futuro.
Jesús atendía a “Su público” con excelencia, sin medir esfuerzos para que llegaran a la felicidad. Enfermos, hambrientos, soldados y personas de todos los tipos venían a buscarlo. Jesús auxiliaba, cuidaba, escuchaba y curaba. Sabía que la continuidad del plan de Dios dependía de eso.
El hijo de Dios preparaba a Sus discípulos para que trabajaran bajo presión. Era consciente de que sus actividades tendrían opositores y perseguidores, y que, después de Su partida, los apóstoles debían ser preparados para proseguir. Los discípulos aprendían en la práctica el entendimiento claro del papel del “emprendimiento” que Jesús les pasaba.
Note que con una empresa no es diferente. Jesús entrenaba a Su equipo de 12 hombres para que estuvieran sintonizados con la “filosofía y objetivos de Su empresa”. Les abría la oportunidad para que calificaran y atendieran muy bien a “Su público”.
¿Entendió cómo la Biblia ya utilizaba recursos de éxito mucho antes de que constaran en manuales modernos de emprendimiento? Por eso, califíquese y califique a su equipo. Jesús enseña que esa diferencia es importante para tener éxito.
Tenga una unión con Dios y busque su victoria.
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