En teoría, el miércoles 5 de marzo comenzó el ciclo lectivo 2014 en casi todo el territorio nacional. Sin embargo, hay un distrito en el que se prolongaron las vacaciones de los chicos: la provincia de Buenos Aires. ¿El motivo? Un reclamo salarial docente que, al cierre de esta edición, sigue sin resolverse.
La oferta inicial contemplaba un aumento del 25,5% a aplicarse en tres tramos, pero fue rechazada de plano por los educadores. En los últimos días, la Provincia mejoró la oferta salarial, llevando el aumento al 30,9% y aplicándolo en dos veces, pero también fue rechazado.
Esta última propuesta representaba un refuerzo de unos 1200 millones de pesos en el presupuesto anual que destina el gobierno bonaerense para pagarle a los 320 mil docentes.
Los dirigentes docentes reiteraron su pedido de un 35% de aumento que comience a pagarse con el haber de marzo, que se cobra en abril y no acataron la conciliación obligatoria dictada por el Ministerio de Trabajo.
Por el lado de la Provincia, el jefe de Gabinete provincial, Alberto Pérez, reclamó: “Les pedimos que acaten la conciliación obligatoria. Que actúen con racionalidad. Hemos decidido invertir más de 50 mil millones de pesos anuales en sueldos docentes”.
Este conflicto se traduce en 12 mil edificios escolares semi vacíos, porque no empezaron los chicos de primaria y tampoco los de secundaria. Los alumnos de las escuelas privadas les llevan más de una semana de ventaja y ya es imposible cumplir con los 185 días de clase al año que recomendó el Consejo Federal de Educación.
Pero, lamentablemente, esto se traduce en una baja significativa en la calidad educativa y se ve reflejado en los exámenes internacionales.
Comparado con sus pares de 65 ciudades y países, los estudiantes argentinos de 15 años son los últimos de la fila en cuanto a sus conocimientos y habilidades para la comprensión lectora, las matemáticas y las ciencias. Y también están entre los que se sienten menos felices.
El ranking del Programa de Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés) ubica a la Argentina otra vez, cerca del extremo de los peores, en el puesto 59, a 225 puntos de distancia del primero (Shanghai, 613) y a solo 20 puntos del último (Perú, 368).
Según esa prueba, en los últimos tres años ha cambiado muy poco el proceso de aprendizaje del sistema educativo de nivel medio. En la anterior medición, en 2009 , el país rankeó incluso un poco mejor, y quedó en el puesto 58.
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Promovida por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la prueba PISA mide el rendimiento en matemática, comprensión de lectura y ciencia que tienen los adolescentes de 15 años que estén concurriendo a la escuela. Se toma cada tres años y cada vez se focaliza en una de las disciplinas. Este año el acento estaba puesto en matemática, por eso el 60% de las 60 preguntas de los exámenes pertenecía a esa materia.
Los mismos exámenes se tomaron durante 2012 a 510 000 alumnos de los 65 países y ciudades participantes, que representan el 80% de la población mundial.
Los primeros de la fila esta vez son los países asiáticos y, los últimos, los latinoamericanos.
En la Argentina se examinó a 5900 chicos de 226 escuelas de todas las provincias excepto La Rioja y Tierra del Fuego. Los porteños fueron evaluados aparte porque por primera vez desde el año 2000, cuando el país se integró a las pruebas PISA, la ciudad de Buenos Aires se presentó en forma independiente del resto de la Nación.
En tanto el promedio de la Argentina es 406 en ciencias, 396 en lengua y 388 en matemática, y en la ciudad de Buenos Aires es de 425 en ciencia, 429 en lengua y 418 puntos en matemática. “Cuidar la excelencia en matemática, lectura o ciencias es crucial para el desarrollo de un país porque estos estudiantes estarán a la vanguardia de una economía mundial competitiva, basada en el conocimiento”, dice en una parte el informe de la OCDE, que busca, con este tipo de mediciones, coordinar las políticas económicas y sociales de sus países miembros. El texto del análisis de resultados también admite que “en muchos países y economías, solo una pequeña proporción de estudiantes alcanza los niveles más altos”.
Entre los rendimientos de los adolescentes se registran diferencias según la situación socieconómica de sus familias. “En toda la OCDE, el estudiante de un medio socioeconómico aventajado obtiene 39 puntos más en matemática -el equivalente de un año de escolarización- que el menos aventajado”, dice el informe, en el que también se agrega que solo un seis por ciento de los alumnos provenientes de sectores de escasos recursos logra romper con esa estadística y superar las expectativas. El estudio de OCDE señala que si bien la mayoría de los países que participaron de esa prueba intenta asignar más profesores a las escuelas en las zonas más pobres, el problema es que esos establecimientos tienen más dificultades para retener a los buenos docentes. Así, dice, “muchos de sus alumnos afrontan el doble problema de venir de un medio desfavorecido y asistir a una escuela con recursos de menor calidad”.
Estudiantes menos felices
Entre los datos anexos al rendimiento de las tres disciplinas evaluadas figura el grado en el que los adolescentes se sienten más o menos felices. En este caso, los países latinoamericanos toman la delantera y Perú, el país con peor rendimiento de los 65, aparece en tercer lugar entre los países cuyos estudiantes dicen estar más felices. Sus respuestas incluso los ubican por encima de la media de la OCDE y Shanghai, que se ubica en el lugar número 28. A Perú le siguen los estudiantes felices de Colombia, en el puesto número cinco; México, en el séptimo; Costa Rica, en el octavo; Uruguay (13), Chile (25) y Brasil (27). Los estudiantes argentinos, en cambio, figuran en el puesto 54 entre los más infelices.
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