Algo que constantemente me espanta es el hábito que algunas personas tienen de pelear por cosas insignificantes en la relación. Normalmente, esas personas suelen tragar camellos sin problemas. Uno, dos, cinco… los dromedarios descienden por su garganta sin problemas. Pero cuando llega un mosquito, ahí el tiempo se detiene.
Ya conocí parejas que se pelearon feo, pero realmente feo, cuyas peleas comenzaron por cosas del tipo:
*Gusto musical – Al marido le gustaba mucho MPB. Bastaba que pusiera canciones de Gal Costa, Caetano Veloso que su mujer comenzaba a criticar severamente su gusto musical. Las peleas duraban horas.
*Algún objeto de la casa fuera del lugar – Ella pasaba el día y la noche limpiando la casa, lavando, enjuagando, arreglando. Cuando él terminaba de leer el periódico el domingo a la mañana y lo ponía encima de la mesa del living (en vez de tirarlo a la basura), comenzaba la batalla.
*Cantidad de veces que suena el celular antes de atender – El marido llamaba al celular de su mujer y si ella no atendía antes de los tres timbres, ya comenzaba la pelea por teléfono y después continuaba cuando llegaban a su casa.
No, estas historias no fueron inventadas. La mayoría de las peleas de las parejas comienzan por cosas bobas. Es realmente verdad que, a veces, estas cosas son solo síntomas de la indigestión causada por los camellos ya tragados. La persona ya aguantó tantas cosas que cuando pasa una tontería, explota.
La alternativa es invertir estos hábitos: no dejar pasar los camellos, pero permitir los mosquitos.
Si usted elige bien sus peleas, o sea, sabe definir bien por lo que vale la pena pelear, tendrá mucho menos peleas y una relación mucho más tranquila. Usted no se preocupa por las medias sucias fuera del canasto, pues las consecuencias son mínimas: agarrarlas del piso y ponerlas en el canasto. Es un mosquito. Pero se preocupa mucho por el comportamiento irrespetuoso de su cónyuge con personas del sexo opuesto, por ejemplo. Este camello sí puede traer consecuencias graves en el futuro. Usted no puede dejar pasar eso.
Elija bien sus peleas. Pelee por lo que vale la pena. El resto, finja que no lo ve.
Extraído Blog Obispo Renato Cardoso
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