Dios ha mostrado que continúa oyendo la oración de Su pueblo. Le ha revelado a Argentina y al mundo que cualquier persona que clame a Él de todo su corazón será atendida.
La oración del pueblo de Dios es muy valiosa, pues invoca a un Dios verdadero. Cuando estamos unidos por la misma fe, en la misma convicción, entonces Él oye nuestro clamor. Tal vez, en este momento, usted esté reflexionando sobre estas palabras, pensando que no tiene este tipo de fe y, en el caso que la tuviera, ella podría cambiar su vida.
La Palabra de Dios da garantía de victorias; sin embargo, el maligno intenta persuadir a las personas, haciéndolas dudar de sí mismas, induciéndolas a no creer.
Debemos clamar a Dios en el mismo espíritu. Aunque para el mundo seamos considerados personas insignificantes, no merecedoras de Sus cuidados, aun así, Él Se manifiesta en nuestras vidas. El apóstol Pablo dijo que Dios escogió las cosas débiles del mundo para avergonzar a los sabios y fuertes.
Jesús era simple, y en Su simplicidad vino a traer la salvación y la liberación para nuestras vidas. Por medio de nuestra fe, tenemos la seguridad de la solución para nuestros problemas. Los cristianos nunca deben desistir de la lucha, sino perseverar y luchar unidos en la misma fe, pues Dios honra a todos los que Lo buscan en Espíritu y en Verdad.
A partir del momento en que ponemos nuestras vidas en las manos de Dios, nos volvemos fuertes e inquebrantables. Cuando ponemos nuestra fe, única y exclusivamente, en la persona del Señor Jesús, entonces Él nos honra, y todo lo que deseamos es realizado. En el evangelio de Marcos, encontramos una demostración de fe que cambió la vida de una persona: la cura de una mujer que sufría de hemorragia durante 12 años.
“Cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó Su manto. Porque decía: Si tocare tan solamente Su manto, seré salva.” Marcos 5:27-28
Incluso enfrentando grandes dificultades, ella se infiltró en la multitud y logró tocar en borde del manto de Jesús y, en el mismo instante, fue curada. Jesús, mirando hacia atrás, le preguntó a Sus discípulos quién Lo había tocado, a lo que respondieron: “… Ves que la multitud Te aprieta, y dices: ¿Quién Me ha tocado?” (Marcos 5:31) Entonces, Jesús mirando a Su alrededor, dijo que alguien Le había tocado, pues sintió que de Él salió virtud. La mujer, temerosa, se postró delante de Él y Le dijo lo sucedido. El Maestro le dijo: “… Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote.” Marcos 5:34
Usted debe tocar a Jesús ahora. Tal vez esté dudando sobre cómo hacer eso. Solo hay una forma: por medio de la fe en el Señor Jesús. Él está esperando la oportunidad para entrar en su vida y manifestar la gloria de Dios. Pero, es necesario que usted haga su parte, invocándolo y teniendo el coraje de abandonar la vieja criatura, agarrándose al Señor Jesús, que dijo: “Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados, y Yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Esta palabra representa la puerta a través de la cual usted entrará y alcanzará el milagro.
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