El pueblo de Israel vagó por el desierto rumbo a la Tierra Prometida durante 40 años, después de haberse liberado de la esclavitud en Egipto. Pero no era una simple caminata diaria sin reglas. Ellos tenían una estructura organizada, tanto en movimiento como en acampados.
El líder espiritual de su pueblo, Moisés, tenía una tienda especial para adorar a Dios fuera del campamento, y todos iban hasta él para buscar al Señor. Allí, Dios descendía en forma de columna de nube para hablar con el profeta, que a su vez le hablaba al pueblo.
Cuando Moisés subió al monte Sinaí para recibir las tablas con los Diez Mandamientos, también recibió de Dios las instrucciones para la construcción del Tabernáculo, con las reglas expresas no solo de su confección, sino también en la forma en cómo sería armado y cómo sería transportado. Era un templo móvil, hecho de tejidos, tapizados, maderas nobles y artefactos preciosos, montado siempre en el centro del campamento (en las fotos, el modelo en tamaño natural en Timna, Israel, abierto para los visitantes). Era un centro de adoración, un lugar en donde el pueblo focalizaba la presencia del Dios Único.
Detalles idealizados por Dios
El Señor le describió a Moisés los detalles de la construcción: cantidad, tipos e incluso los colores de los materiales, que el pueblo providenció (Éxodo 25:1-9). Los tejidos raros y bonitos, las piedras y metales preciosos y, mayormente, los materiales eran fácilmente encontrados en los alrededores, como las maderas nativas de gran resistencia y las pieles de animales. Incluso las túnicas de los sacerdotes y auxiliares fueron orientadas por el Señor, así como los artefactos y los muebles.
El Tabernáculo debía tener siempre su entrada dirigida hacia el oriente. La parte de adentro de la gran tienda era llamada Santo Lugar. Dentro de ella, el Santo de los Santos: una pequeña división reservada solamente al sumo sacerdote – donde hablaría personalmente con Dios, protegido por un velo -, cuya entrada estaba dirigida hacia el occidente. Solo el sumo sacerdote podía hablar directamente con Dios, para después trasmitirle al pueblo lo que el Señor ordenaba. En el Santo de los Santos estaba el Arca de la Alianza, conteniendo las tablas de los Diez Mandamientos, un poco de maná (alimento enviado por Dios desde los cielos para el pueblo en el desierto) y la vara de Aarón que floreció (Números 16:6-9).
Dios le orientó a Moisés sobre la confección del Arca de la Alianza (Éxodo 25:10-22). El propiciatorio, arriba del Arca con su tapa, tenía dos querubines de oro mirándose uno al otro, entre los cuales Dios le diría a Moisés lo que ordenaría a Su pueblo. Así como el Arca, el Señor detalló sobre el resto de los muebles del Tabernáculo, así como las piezas importantes como el Menorá, el gran candelabro de oro con las siete lámparas de aceite que iluminaría el Santo de los Santos.
Las divisiones del Tabernáculo
Patio Externo – El Tabernáculo tenía solo un lugar para la entrada y la salida: la puerta principal del patio externo, dirigido siempre hacia el este. En el patio, totalmente descubierto y envuelto por una especie de cerca de tejido, todos podían entrar. La primera estructura encontrada era el altar de los sacrificios. Cuando los animales ofrecidos eran quemados en él, el acto simbolizaba la expiación de los pecados. Moría allí el pecado y las voluntades solamente humanas, para renacer a un hombre puro. El humo que se desprendía del sacrificio subía a los cielos: “Y quemarás todo el carnero sobre el altar; es holocausto de olor grato para el Señor, es ofrenda quemada al Señor.” Éxodo 29:18
Inmediatamente después, el lavabo en donde los sacerdotes se lavaban luego de los sacrificios y antes de entrar en el Lugar Santo. En ella eran lavados los pecados, públicamente. El patio simboliza el primer paso, librarse de los pecados, para comenzar una relación verdadera con Dios.
Lugar Santo – Inmediatamente después del lavabo, estaba la entrada del Santo Lugar. Solamente los sacerdotes podían entrar en él. Allí, los tres artefactos de los muebles eran de madera de calidad superior cubierta con oro. El metal amarillo precioso, para la cultura judía, simboliza no solamente la riqueza, sino también la eternidad de Dios, por la durabilidad del raro mineral.
A la derecha, después de la entrada, estaba la Mesa de Panes. En ella, 12 rodajas de panes ácimo (sin levadura, pues el mismo simboliza el pecado para los judíos) eran colocados en dos pilas de seis. Simbolizaban que Dios no dejaría de proveer el alimento a las 12 tribus de Israel, ni la propia Palabra de Dios, por medio de la cual Él alimenta el espíritu. Más adelante, Jesús Se referiría a Él mismo como el “Pan de Vida”.
Del lado opuesto a la mesa, la Menorá, el gran candelabro de oro con siete lámparas de aceite, utilizado hasta hoy por los judíos tanto en grandes formatos como en pequeños, con velas o lámparas. Tenía la función de representar la presencia de Dios, así como también iluminaba el Santo Lugar. Era siempre mantenida encendida por los sacerdotes.
Inmediatamente después de la Menorá y de la Mesa de Panes estaba el Altar del Incienso, en el medio, de frente a la puerta del Santo Lugar. En él, los sacerdotes oraban a Dios y encendían los inciensos, simbolizando las súplicas y oraciones que subían a Dios. También allí, los sacerdotes llevaban las súplicas del pueblo al Señor.
Santo de los Santos – El núcleo de todo el Tabernáculo era el lugar en el cual solamente el sumo sacerdote podía entrar, para tener un contacto directo con Dios. Con la entrada protegida por el velo, el líder de los sacerdotes conversaba con el Señor, para después pasarle a sus subordinados el asunto.
En el claustro del Santo de los Santos estaba el Arca de la Alianza, sagrada, solamente tocada por los sacerdotes. En su interior (foto) estaban las tablas de los Diez Mandamientos (la Palabra Divina), un bocado del maná dado como alimento al pueblo en el desierto por la primera vez (la provisión) y la vara de Aarón que floreció (el reconocimiento de Dios de la autoridad otorgada a alguien, comprobando que es Su voluntad).
Sobre el Arca, el Propiciatorio, la tapa del baúl, con dos imágenes de querubines mirándose uno al otro con las alas abiertas, entre las cuales Dios Se posicionaba para hablarle al sacerdote.
El velo protegía al hombre del contacto más cercano con Dios en esa época. El ser humano aún no tenía la capacidad para entender al Señor, de ahí proviene la presencia del intermediario, el sumo sacerdote, preparado por el Señor. Pero ese obstáculo se deshizo con la venida de Jesús y Su sacrificio por nosotros. Por eso decimos que “el velo fue deshecho”, pues ahora el hombre tiene contacto directo con Dios.
El sentido
La palabra “Tabernáculo” quiere decir morada, habitación. Dios habitando entre los hombres.
Antes, se levantaban altares para hacer sacrificios y oraciones donde el pueblo paraba en su viaje a la Tierra Prometida. El Tabernáculo fue el primer santuario propiamente dicho después del Jardín del Edén, cuando el hombre tenía contacto directo con el Señor, pero lo perdió por la desobediencia de Adán y Eva.
El Tabernáculo puede ser considerado el comienzo de la reconciliación entre el Señor y el hombre, más adelante comprobado por Jesús. Algunas traducciones de la Biblia dicen que Jesús vino a “tabernaculizar” entre los hombres, no solo en el sentido de predicar, sino también en el de vivir: era Dios habitando entre nosotros en carne y hueso.
De esta forma, el Tabernáculo le mostraba al pueblo que Dios estaba todo el tiempo con él, aunque quedara en algún lugar temporariamente.
Más adelante, cuando el pueblo de Israel dejó la vida en campamentos y se estableció en su tierra, se construyó el Templo de Salomón, sólido edificio que substituyó el Tabernáculo itinerante.
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