Esta historia es para ilustrar que la mujer no es tan complicada como parece. Un marido se levantó con una resaca horrible y un ojo morado palpitando. Miró hacia el costado y vio una rosa roja en la cama en el lugar de su mujer, y una carta que decía: “Querido, el desayuno está en la mesa. Me fui a hacer las compras para hacer tu cena favorita hoy a la noche. ¡Te amo!”
Sin entender nada, se levantó, fue hasta la cocina y, dicho y hecho: allí estaba el desayuno – huevos fritos, pan tostado, jugo de naranja, etc… y su hijo de 8 años esperándolo. “Juancito”, le pregunta al hijo, “¿qué fue lo que sucedió ayer a la noche?”
“Padre, llegaste a casa borracho de nuevo, tropezaste con la silla y quedaste con ese ojo morado.”
“Entonces, ¿por qué la rosa, el desayuno, y esa carta de amor de tu madre, hijo mío?”
“Ah, sucedió lo siguiente. Mamá te arrastró hasta el cuarto, y cuando intentó sacarte la ropa, le gritaste: ¡Déjame en paz que estoy casado!”
Es decir, ella aguantaba sus borracheras porque por lo menos hasta borracho era fiel. Le digo que eso no está lejos de la verdad que he visto en los matrimonios.
Las mujeres aguantan muchas tonterías de sus maridos. De forma general, son mucho más dispuestas a perdonar y a dar otra chance para no perder el matrimonio que sus maridos. Aguantan cosas que la mayoría de los hombres no aguantaría.
Por eso, lo mínimo que usted, marido, puede ofrecerle a su mujer es su fidelidad. No es todo lo que ella quiere, pero va a contar mucho. En un mundo donde las mujeres andan encima de los hombres casados y los hombres cambian a sus mujeres como cambian de celular, el marido fiel es una joya rara.
Recuerdo a un famoso jugador de fútbol que intentó justificar su fama de mujeriego diciendo: “Es mucha la oferta. Una es más bonita que la otra. No se puede decir que no.” Y en esas palabras reveló la razón del problema: actuaba como un débil. Fuerte en el campo, fuerte en el entrenamiento, fuerte para controlarse en la alimentación, sin embargo, más débil que su pene.
Una mujer digna está dispuesta a tolerar muchas cosas del marido. La infidelidad no es una de ellas.
Es lo mínimo que usted puede ofrecerle.
Extraído Blog Obispo Renato Cardoso
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