El ludópata no se da cuenta de su enfermedad. Cree que es normal sentir tanta necesidad de jugar y apuesta hasta lo que no tiene.
Está trabajando y piensa en jugar, está con su familia y piensa en jugar. Cuando no puede hacerlo, reniega. Además, el enfermo lo arriesga todo, hasta su propia existencia porque cuando llega la ruina, prefiere estar muerto.
Tiene reiterados episodios de juego en los tragamonedas, casinos, bingos, billares, entre otros, que dominan su vida en perjuicio de sus valores, obligaciones familiares, laborales, sociales y materiales.
Algunos dicen ‘juego por probar’, ‘porque me relaja’ y, aunque siempre pierden, aumenta el deseo de jugar o apostar porque se vuelve una adicción. No le importa dejar su dinero, endeudarse, empeñar objetos, robar, no comer ni dormir y esto los lleva a la ruina, violencia, divorcio, homicidio y suicidio por deudas.
Detrás de esta adicción hay impulsividad y vacíos de afectividad. El juego actúa como ‘escape’ y la posibilidad de recuperar lo perdido refuerza el juego.
La ludopatía trae aparejadas otras enfermedades, como la depresión, la ansiedad y los trastornos de alimentación y de sueño, por estar jugando.
Los jóvenes se están convirtiendo en las nuevas víctimas del juego, debido a la influencia de la televisión y a la gran cantidad de salas de juego disponibles. En la mayoría de los jóvenes adictos se detecta la ausencia de una figura paterna, la carencia de una parte espiritual independientemente de una religión y la ausencia de actividades recreativas o deportivas extraescolares.
Ludopatía y tabaquismo, una combinación que la llevó a la miseria
Elvia Vázquez tenía dolores de cabeza constantes, insomnio, dolores de huesos y cáncer cervical. Pero no solo su salud era afectada por esos problemas, la ludopatía y el tabaquismo también estaban haciendo estragos en su vida.
Tenía dos vicios que la afectaban completamente, por un lado el cigarrillo y por otro, la adicción a los juegos de azar. La situación le generaba depresión porque se desestabilizaba su economía. “Llegué a vivir de prestado y no tenía para comer. Aunque tenía trabajo el dinero no rendía, no llegaba a la quincena”, recuerda.
Sin embargo, al participar de las reuniones de la Universal no solo fue sanada del cáncer, todos los problemas de salud desaparecieron, abandonó el cigarrillo y fue libre de la adicción al juego. Al usar su fe, comenzó una nueva etapa en su vida, una etapa de proyectos y realizaciones. “Mi vida económica cambió, compré mi casa propia, mi camioneta, abrí un negocio y voy por más”, cuenta feliz porque ahora nada impide que tenga una vida de victorias.
Este domingo a las 15, participe de una reunión para ser libre de los vicios. Lo esperamos en Av. Corrientes 4070 – Almagro.
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