¿Qué sería del resto del teclado sin ella? Quien es de la época de la máquina de escribir sabe de eso.
En la Edad de Piedra de los procesadores de texto, cuando uno colocaba el papel en la máquina de escribir para mecanografiar, era mejor estar bien seguro lo que iba decir antes de apretar una tecla… Porque, prácticamente, no había vuelta atrás. Es decir, para borrar una sola letrita, era un martirio. La cinta de borrar nunca funcionaba bien, y cuando funcionaba, la hoja quedaba manchada, mostrándoles a todos que usted tuvo que corregir lo que escribió. Era para hacer que cualquiera se desanime.
Pero gracias a IBM, que inventó el word processor, hoy puedo escribir en este blog lo que me venga a la mente sin preocuparme porque si en una segunda lectura no me gusta lo que escribí, ¡aleluya! ¡Tengo la tecla “Suprimir”!
Aún más útil es la tecla “Suprimir” en su cerebro. No es tan simple de acceder, y no siempre es tan rápida como la del teclado, la tecla “Suprimir” en su cerebro es la capacidad que usted tiene de decidir borrar algo de su mente. Usted puede eliminar pensamientos malos, personas irrelevantes, críticas destructivas, un pasado triste, y todo lo demás que sea inútil y demasiado basura para ocupar su mente.
“Pero espere un momento”, usted dice. “No todo se puede borrar de la mente.” Es verdad. Nuestra memoria a veces realmente graba y no podemos olvidar. Pero es posible decidir no enfocarse en eso, sino en otra cosa más productiva. El resultado es el mismo.
Yo probablemente no escribiría un blog diario si no existiera la tecla suprimir. Y seguir la vida sin ella en mi cerebro, ni penzarlo pensarlo.
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