Cuando dos personas se aman y deciden tener un proyecto en común, es decir, formar una familia parece que nada impedirá su felicidad completa, sin embargo las adversidades que van enfrentando hacen que la relación peligre, amenazando con la destrucción de todo lo soñado. Ese era el caso de Graciela Alegre. Ella se casó con Daniel con la expectativa de formar un hogar y ser felices, pero cuando ese sueño parecía concretarse todo comenzó a derrumbarse.
Las enfermedades se hicieron presentes y los vicios también. “Los médicos me detectaron lupus y artritis reumática deformante por lo cual no podía hacer nada, dependía de los demás. En ese tiempo mi hija mayor comenzó a tener trastornos espirituales, veía cosas extrañas y mi hija menor sufría con asma y convulsiones. Entonces, mi esposo comenzó a salir con amigos, fumaba y tomaba. La situación iba de mal en peor y llegué a considerar la separación”, cuenta Graciela.
Daniel vio la programación de la Universal, la invitó y ella aceptó luchar junto a él usando la fe. Fue necesaria mucha perseverancia en las reuniones pero finalmente lograron ser libres de todo lo que los afectaba. Usaron su fe en los propósitos y en la Hoguera Santa, entonces Graciela fue sanada, su hija también, se terminaron los problemas espirituales y Daniel abandonó los vicios. El matrimonio fue bendecido, su sueño se concretó, lograron disfrutar de la familia que siempre soñaron. “Ahora somos muy felices”, afirma.
Ellos concurren a la Universal de Rivadavia 50, en Córdoba
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