… los que oyen la palabra, pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Marcos 4:18-19
Una de las cosas que siempre me intrigan son las personas inteligentísimas para algunas cosas, pero que no consiguen entender las palabras de Dios. Entienden trigonometría y álgebra. Programan computadoras. Tocan un instrumento solo de oído. Conversan con las plantas (y algunas juran que también las oyen). Aprenden otros idiomas. Pero lo que Dios habla pasa desapercibido para ellas.
Jesús presenta aquí la razón. Mientras que le dedicamos nuestra atención a algunas cosas, dejamos pasar otras. Haga una prueba. Imagínese una calle muy transitada por peatones. Usted se sienta en un lugar donde puede ver a las personas pasando de un lado al otro, pero decide contar cuántas pasan vistiendo una prenda de ropa blanca. La muchacha de remera blanca, una. La señora de chal blanco, dos. El muchacho de zapatillas blancas, tres. Mientras que está atenta a todos los que visten algo blanco, usted se queda ciega a todos los otros colores e incluso a la fisionomía de las personas. En ese momento, si Superman pasara enfrente suyo en minifalda roja y balanceándose, usted no lo notaría. En serio.
Así sucede con las palabras de Dios. Ellas traen poder, dirección, paz, fuerza, la solución a todos nuestros anhelos. Pero mientras que le prestamos atención a qué celebridad cambió de novio, cuál fue el resultado del partido, o cómo podemos hacernos más ricos, más lindos y más jóvenes, no le prestaremos atención a lo que Dios nos está diciendo.
Por ejemplo: ¿usted notó la palabra “entran” en el Pensamiento de Jesús de arriba? Deténgase a pensar en lo que ella expresa. Hay muchas cosas que coinciden con las palabras de Dios por nuestra atención. Centenas. Millares. Nos corresponde a nosotros escoger a qué vamos a prestarle atención.
Aplicación: Vea si sus preocupaciones han sido dominadas por el anhelo de mantener lo que tiene, de ganar más, de sentir eso o aquello a través de cosas materiales o experiencias. Substitúyalas por un tiempo para entender y practicar las palabras de Dios.
¿Usted se dio cuenta de la palabra “entran” antes o solo después de que la mencioné? ¿Hay alguna ansiedad en usted en este momento que le hace dejar las cosas de Dios para después? ¿Cómo puede hacer para que las palabras de Dios venzan la competencia por su atención? Deje su comentario.
Extraído Blog Obispo Renato Cardoso
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