Entre 2013 y lo que va de 2014, el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires realizó un test de VIH a 1420 estudiantes universitarios de entre 18 y 26 años de edad. En total se confirmaron 16 casos de VIH, 12 de sífilis y 9 de hepatitis B y C. El 30% de los enfermos no conoce su condición.
Lo que más preocupa a las autoridades responsables por el estudio es la relajación en las medidas de protección. En la mitad de los casos de HIV, los jóvenes habían respondido que usualmente no usaban preservativo, pese a conocer los riesgos de esa práctica.
Sonia Quiruelas, responsable del programa de VIH de la Dirección Provincial de Atención Primaria, explicó que “también notamos en el último tiempo una merma considerable en la demanda de preservativos en lugares públicos de distribución, sobre todo en las edades que van de los 15 a los 28 años, y de 50 en adelante”.
Los datos oficiales muestran que, actualmente, viven en la provincia de Buenos Aires 25 380 personas con VIH, 13 049 están en tratamiento y mantienen una calidad de vida aceptable. En cambio, unos 12 331 sufren alguna enfermedad como consecuencia de la infección.
“Percibimos una relajación en los cuidados durante las relaciones sexuales, pese a que es la principal vía de transmisión del VIH y, paralelamente, en el último año y medio también notamos una menor adherencia al tratamiento: muchos lo inician y luego lo abandonan y exponen su salud permanentemente”, agregó Luis Crovetto, director provincial de Atención Primaria.
No hay nada imposible para Dios
Valeria Díaz había sido internada por un cuadro de neumonía muy fuerte, estuvo internada durante un par de semanas, pero no mejoraba. En uno de los estudios que le realizaron para profundizar el tratamiento, le descubren el virus del sida en la sangre. “Fue muy duro para mí, sentí que se me venía el mundo abajo, que iba a morirme”, recuerda.
Con el transcurrir de los días su salud empeoraba, la medicación era muy fuerte y su estómago no la resistía. Se le caía el pelo, su boca estaba llena de llagas, su cuerpo había tenido una reacción alérgica y ella solo deseaba vivir. “No podía caminar, estaba postrada en la cama, pesaba 44 kilos, no daba más”, cuenta.
Una persona le habló de la Universal, Valeria aceptó la invitación y comenzó a luchar en la Hoguera Santa con las pocas fuerzas que le quedaban. “A los pocos días noté un cambio. Pude volver a comer, la fatiga desapareció, volví a caminar y a tener, de a poco, una vida normal. Al tiempo me hice nuevos análisis y gracias a Dios los resultados fueron negativos, no tengo más el virus del sida en mi sangre, soy una mujer sana”.
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