No son solamente días de privación, sino de fortalecimiento, siempre que se encuentre el foco adecuado. El ayuno nos prepara mejor para estar conectados con el Espíritu Santo. Nos hace más receptivos a Él y más inteligentes para percibir lo que Dios quiere para nuestras vidas.
Justamente para eso fue programado el Ayuno de Jesús, del 10 de junio al 19 de julio. Un período de cuarenta días para tener a Dios como foco principal, siguiendo el ejemplo de lo que el propio Señor Jesús hizo en el desierto, preparándose para el Sacrificio Supremo.
La base de un ayuno es “mortificar” la carne y privilegiar el espíritu. Algunos se preguntarán para qué Jesús necesitó ayunar. Él era Dios en carne y Se retiró de las ciudades, de las multitudes y hasta de Sus seres más cercanos para orar al Padre del cual Él mismo era parte.
Jesús también sintió hambre. Sintió sed. Sintió frío. Sintió soledad. Él también pasó por tentaciones, hechas directamente por el propio Satanás. Los desiertos, incluso, eran escenarios muy apreciados en esos tiempos por ladrones y asesinos de viajantes solitarios.
La diferencia es que Jesús venció. ¿Cómo? ¿Solo porque Él era Dios? Sí y no. Claro que Él tenía poder para eso, sin embargo, por Su lado carnal, su lado humano, la prueba, fue privilegiar al espíritu. Y fue en el espíritu, no en la carne, que Jesús tuvo las armas más potentes contra el diablo –porque fue él mismo a tentarlo-, notando la fuerza de lo que el Mesías estaba haciendo. Sin embargo, el guía de Jesús en el desierto no era un beduino, un habitante local que conocía como la palma de su mano aquellas tierras. Jesús era guiado por el propio Espíritu Santo (Lucas 4:1).
Una transformación necesaria para una nueva etapa
Micaela Galarza comenzó a participar de las reuniones en la Universal porque necesitaba una vida diferente, los días pasaban y comenzó a comprender que lo más importante era tener la Presencia de Dios en su vida. Entonces, en un propósito especial que la Universal lanzó a nivel mundial, un ayuno audiovisual, colocó todas sus fuerzas por lo más importante: tener el Espíritu Santo.
Después de perseverar buscando invertir en su espiritualidad halló lo que tanto necesitaba para llenar el vacío interior que sentía hacía tiempo. “Encontré lo que tanto necesitaba, encontré a Jesús”, afirma.
Al estar desconectada de las distracciones cotidianas pudo concentrarse en su comunión con Dios y experimentar un fortalecimiento extraordinario que le permitió tener el Espíritu Santo y servir a Dios con amor y dedicación para ayudar a quienes están sufriendo sin conocer esta maravilla.
Ella concurre a la Universal de Moreno ubicada en Bartolomé Mitre 3170.
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