… y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Mateo 5:41
El dueño de una panadería estaba buscando a un muchacho para que empezara a trabajar y lo ayudara todos los días en el negocio. Tres muchachos se presentaron a la prueba: Eduardo, Mauricio y Juan Carlos. La prueba era entregarle una torta confitada en una linda caja a la Sra. María Torres, en la calle de los Arqueros 789.
Eduardo fue el primero en salir pero, a mitad de camino, llamó por teléfono a la panadería para preguntar si el número era 798 u 897. Una hora después volvió con la caja diciendo que el número no existía.
Mauricio fue el segundo. Salió y volvió enseguida, trayendo la caja de la torta, dijo que calle de los Arqueros 789 era una iglesia, y que la señora María Torres en realidad vivía en el 789B, pero que recientemente se había mudado.
Era el turno de Juan Carlos. Él salió y tardó más tiempo que los otros muchachos, pero volvió sin la caja. Juan descubrió lo mismo que Mauricio, pero no se detuvo. Preguntando a los vecinos, logró descubrir la nueva dirección de la señora Torres y fue hasta allá. La señora le dijo (como era de esperarse) que no había hecho ningún pedido de torta. Pero Juan Carlos abrió la caja, le mostró la deliciosa torta, le dijo el precio y la convenció de aceptarla y de pagar por la entrega.
¿Cuál fue el muchacho que el dueño de la panadería empleó?
“Andar más de una milla” es uno de los Pensamientos más conocidos de Jesús. Aún así, por ser tan poco practicado, dos mil años después todavía nos sorprendemos cuando alguien excede nuestras expectativas. La mayoría de las personas no quiere andar ni una milla, qué decir de dos. Ahora imagínese las oportunidades que ese hecho le traería si usted comenzara a caminar más de una milla en todo lo que hace.
Aplicación: Prometa menos, entregue más.
Extraído Blog Obispo Renato Cardoso
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