Jesús tenía dos naturalezas, la espiritual y la humana. Desde el punto de vista humano tenía madre pero no tenía padre. Desde el punto de vista espiritual, su naturaleza espiritual decía que Él tenía Padre pero no tenía madre.
Hubo una ocasión en que Felipe se acercó y dijo: “Señor muéstranos el Padre”. Entonces Jesús le respondió a Felipe: “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?”, (Juan 14:9).
Él tenía naturaleza espiritual, había nacido del Espíritu Santo y reflejaba la imagen del Padre porque tenía el Espíritu del Padre. Cuando la persona es sellada con el Espíritu Santo pasa a tener la imagen de Dios. Quien tiene el espíritu de Satanás, refleja la imagen de Satanás. Por ejemplo, una persona que es capaz de agarrar una botella de alcohol, rociar el cuerpo de otra persona, encender un fósforo y quemarla viva lo hace porque tiene el espíritu del diablo.
Por otro lado, quien tiene el Espíritu de Dios refleja la imagen de Jesús y Su carácter. Si yo tengo el Espíritu Santo, obligatoriamente tengo que reflejar la imagen de Dios.
Para usted que está participando del Ayuno de Jesús, que está queriendo alcanzar los beneficios de la fe, no existe milagro mayor en la vida del ser humano que recibir el Espíritu de Dios. Porque cuando uno recibe el Espíritu de Dios pasa a tener dos naturalezas, la Divina, y la humana, igual que Jesús.
Usted puede tener éxito profesional, puede tener todo en este mundo; pero, si no tiene el Espíritu de Dios, será la persona más miserable que existe sobre la faz de la Tierra. Entonces, lo que usted tiene que hacer es cuidar su interior.
Es de eso que Jesús hablaba cuando dijo: “Mas buscad primeramente el reino de Dios…”, (Mateo 6:33). Es decir, si el reino de Dios no está adentro suyo, si el Espíritu de Dios no está en su interior, todo lo que emprenda en esta vida saldrá mal, siempre será infeliz.
Si quiere ser feliz, tiene que comenzar arreglando su interior. Tiene que recibir el Espíritu de la Vida, el Espíritu de la Paz, el Espíritu del Amor, el Espíritu de Dios, para que pueda reflejar la imagen del Padre.
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