Lo que vas a hacer, hazlo más pronto. Juan 13:27
Tradicionalmente, las religiones siempre pintaron la imagen de Jesús como alguien suave, dócil, sumiso y gentil. Una rápida ojeada a las obras de arte sacra le mostrará eso. Un Jesús con carita de ángel. Un Jesús con las uñas arregladas. Un Jesús con cabello planchado. Un Jesús afeminado. Un Jesús con un corderito en los hombros. Siempre inofensivo. Un dulce de persona.
Si la estrategia era hacer que Sus seguidores se volviesen como esa persona, funcionó. Note la diferencia entre los primeros seguidores de Jesús y los de hoy.
Los primeros cristianos vieron a Jesús en carne y hueso. Los que no, Lo conocieron a través de los apóstoles que habían estado con Él. Por eso eran intrépidos, entregados, osados… revolucionarios. No se intimidaban ante las implacables persecuciones. Eran iguales a su Maestro. Pero, ¿cómo eran y son hasta hoy los cristianos que nacieron después de la Iglesia Romana, que se convirtió en una institución religiosa y convirtió la fe en tradición? Iguales a aquella imagen afeminada de Jesús creada por los artistas religiosos. “Semejantes a ellos son los que los hacen, y cualquiera que confía en ellos.” (Salmos 115:8)
¿Por qué esa estrategia? Simple: las personas pasivas no incomodan a nadie. Los poderosos tienen interés en eso. Es más fácil controlar a un pueblo que no reacciona ante nada. La religión siempre fue un arma eficaz en sus manos.
En el Pensamiento de hoy, vemos, como un rayo de luz por una brecha en el tejado, un poco de la impetuosidad de Jesús al hablar con el traidor, Judas, ya poseído por Satanás: “¡Puedes venir! Vamos a terminar de una vez con esto.” Anteriormente, al recibir un mensaje de amenaza del rey Herodes, respondió a la altura: “Id, y decid a aquella zorra…” (Lucas 13:32)
Si usted recibe el Espíritu Santo del verdadero Jesús, también tendrá el coraje, la audacia y la intrepidez para enfrentar todo lo que le afrenta. Sí, existe el momento adecuado para ser dócil y gentil. Cuando los problemas atacan, no es ese momento.
Aplicación: Sea impetuoso y corajudo en el momento de la lucha. Llanto, pasividad y pena de sí mismo no lo van a ayudar en nada.
Extraído Blog Obispo Renato Cardoso
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