A pesar de su corta edad, Yesica Pereyra vivió un infierno durante su adolescencia, solo el poder de Dios pudo sanar las heridas internas y darle la visión para lograr una nueva vida. Hoy ella es una mujer feliz, pues sabe quien la respalda, el Altísimo.
“Mi sufrimiento comenzó a los catorce años, como tenía problemas estomacales fui a un curandero, él me dijo que mi mamá estaba enferma de sida y para que sanara debía estar con él. En esos momentos me sometió a trabajos de brujería e incluso abusó de mí. Al año una vidente me dijo que mi mamá no estaba enferma. Entonces comencé a servir a los espíritus.
Al tiempo me aparté de ese lugar, pero seguía buscando en distintos lugares una salida a tanto sufrimiento porque vivía nerviosa, con miedo. Todo en mi vida fue empeorando, nada me salía bien, caí en un profundo estado depresivo y me quería matar. No dormía, fumaba mucho y veía sombras. Odiaba a los hombres, por lo que mi vida sentimental era un desastre.
Iba a psicólogos, psiquiatras, estuve tres meses internada, vivía empastillada y no podía estar sola porque sentía que había alguien cerca. Así, hasta que a los veinticinco años llegué a la Universal, hice las cadenas y fui liberándome de todos los problemas espirituales. Participé de la Hoguera Santa y mi vida fue restaurada, ahora puedo sonreírle a la vida porque tengo lo más importante, la presencia de Dios en mí”.
Ella concurre a la Universal de La Plata ubicada en Av. 7 entre 55 y 56.
[related_posts limit=”9″]