La vida de Gastón Carrica era un desastre en todas las áreas, sin embargo, al recurrir a Dios, sucedió algo extraordinario en su vida. “Estaba enfermo, padecía neumonía y hepatitis C, los médicos me dieron un pronóstico aterrador, iba a vivir hasta los 40 años de edad.
Además tenía una adicción, la cocaína, y no podía ver a mis hijos porque ni la justicia ni la madre me lo permitían. Esto me causaba mucha tristeza, angustia y depresión. En sí, ya no tenía ganas de vivir, había cerrado mi escribanía y la situación económica era muy grave, vivíamos de prestado, comíamos y vestíamos de prestado. Y con Susana, mi actual esposa, no estábamos bien, había discusiones, agresiones físicas y verbales y no teníamos proyectos en común”.
Susana tenía asma, ataques de pánico y depresión, lo cual la llevó a intentar terminar con su vida cortándose las venas, con una sobredosis y tirándose de un séptimo piso. También sufría con insomnio y al igual que Gastón escuchaban ruidos extraños y veían sombras.
“Recuerdo que por los vicios y la depresión estaba dejando a nuestro hijo de lado y entre nosotros había muchas discusiones, celos, humillaciones, desconfianza y agresiones verbales, en ocasiones incluso físicas”, cuenta ella.
Cuando comenzaron a participar de las reuniones de la Universal encontraron la solución a sus problemas. “Ya no hay vicio alguno, Dios me liberó de la adicción, fui cocainómano durante 25 años. Fui curado de neumonía y no hay deterioro hepático por la hepatitis C. Abrimos la escribanía nuevamente, compramos nuestra casa y ahora vivimos con nuestros hijos”, afirma feliz junto a Susana.
Ellos concurren a la Universal de La Plata, Av. 7 entre 55 y 56
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