Fiebre alta, dolores de cabeza, en las articulaciones y en la musculatura. Todos esos son los síntomas del chikunguña, un virus que afecta a los humanos y se está esparciendo por las Américas.
En la lengua africana makonde, “chikungunya” significa “doblarse por el dolor”. El virus fue detectado por primera vez en Tanzania en el año 1952. A partir de 2004 se reportaron brotes extensos e intensos en África, las islas del Océano Índico y la región del Pacífico.
En Argentina se detectaron dos casos “importados” (se infectaron en el exterior y luego llegaron al país) y todavía no circula el virus.
Contagio
La enfermedad se transmite solamente a través de la picadura de los mosquitos Aedes aegypti (el mismo del dengue) y el Aedes albopictus, y no se transmite por abrazos, besos, alimentos o por el aire.
El ciclo de transmisión se inicia cuando los mosquitos pican a una persona infectada en los días que tiene fiebre, luego de 10 días el virus se multiplicará en las glándulas salivales de los mosquitos y estará listo para transmitir la enfermedad cuando pique a personas sanas, que iniciarán los síntomas luego de 3 a 7 días de incubación.
A diferencia del ébola, el chikunguña no es letal, además se lo puede sufrir en una única ocasión. Una vez que la persona se recupera, el organismo genera los anticuerpos necesarios para protegerse del virus.
Tratamiento
En el 98% de los casos el tratamiento es ambulatorio. Como los dolores son intensos, se debe guardar reposo.
La fiebre y el calor ambiental hacen que se pierda agua del cuerpo -por el sudor y la respiración-, lo que hace necesario tomar líquidos en abundancia. Entre 2 a 3 litros por día en los adultos y
en los niños continuamente, a voluntad.
Se debe evitar la deshidratación porque puede llevar a complicaciones. Por eso se recomienda controlar la fiebre, guardar reposo y tomar abundante agua. Los casos de muerte por chikunguña son muy raros y casi siempre están relacionados con otros problemas de salud existentes.
Riesgo
El grupo de riesgo está conformado por adultos mayores, niños pequeños o menores de un año, embarazadas y personas con alguna enfermedad preexistente. Es fundamental vigilar a las personas, de manera especial a los adultos mayores y a los niños: que beban abundante agua, controlar la fiebre y llevarlo de inmediato a un hospital si observan algunos de estos signos de alarma: fiebre que persiste por más de cinco días; dolor abdominal intenso y continuo; vómito persistente que no tolera la vía oral; petequias, hemorragia subcutánea o sangrado de mucosas; alteración del estado de conciencia; mareo postural; dolor articular intenso incapacitante por más de cinco días; extremidades frías; disminución en la producción de orina y sangrado por cualquier orificio.
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