“¿Quién está conmigo? ¿Quién?… Echadla abajo.” (2 Reyes 9:32-33)
La sentencia de Jezabel fue proferida con firmeza. No hubo oportunidad de argumentar nada. Solo las palabras del nuevo rey de Israel haciendo eco entre los caballeros que le eran fieles. La reina Jezabel, madre del rey Joram y del fallecido rey Ocozías, viuda del gran rey Acab, que reinó sobre Israel por 22 años, fue sentenciada a muerte sin ningún derecho a defenderse.
Cuando aún era joven, Jezabel se mudó de un palacio a otro. Hija del rey de los sidonios Ethbaal, se casó con Acab, cuando él ya era rey. Aun siendo la tierra de los hijos de Dios, descendientes de Abraham, Isaac y Jacob, no le fue difícil imponer sus creencias en el palacio.
Jezabel paso toda su vida sirviendo al dios Baal, le construyó un altar, recién llegada a su nuevo hogar, e hizo que el rey, débil en la fe, se convirtiera a lo mismo. A partir de allí, persiguió a los profetas de Dios.
Si la adoración a los otros dioses ya irritaba al Señor, la persecución que siguió en los tiempos de Jezabel apartó en gran manera a aquellos reyes de Su voluntad. Jezabel pagaba con dinero de Israel a los profetas de Baal Asera y hacía lo posible para que muriesen los profetas de Dios. Muchos de ellos, perseguidos, tuvieron que huir lejos, esconderse en cavernas o exiliarse en el desierto. Jezabel llegó a construir un templo para Baal dentro del palacio erguido por Dios.
La muerte de Nabot
Mucho antes de que Jezabel fuera juzgada por un rebelde, ella juzgó a un hombre bueno. Nabot poseía una bella viña, herencia de sus padres, al lado del palacio real. Como seguidor de Dios, no podía – y ni quería – deshacerse de su viña. Negó, por lo tanto, la oferta del rey Acab para dar, cambiar o vender la viña.
“Vino a él su mujer Jezabel, y le dijo: ¿Por qué está tan decaído tu espíritu, y no comes?” Le preguntó al rey al verlo cabizbajo. (1 Reyes 21:5).
“Él respondió: Porque hablé con Nabot de Jezreel, y le dije que me diera su viña por dinero, o que si más quería, le daría otra viña por ella; y él respondió: Yo no te daré mi viña.” Se lamentó Acab. (1 Reyes 21:6).
“Y su mujer Jezabel le dijo: ¿Eres tú ahora rey sobre Israel? Levántate, y come y alégrate; yo te daré la viña de Nabot de Jezreel.” (1 Reyes 21:7).
La viña de Nabot, sin embargo, no se logró al precio justo. Como en aquella época, quien blasfemase en contra del rey, era castigado con la sentencia de muerte, la reina encontró a dos hombres que accedieron a testificar contra Nabot. El justo fue apedreado y su viña pasó a manos del rey.
La muerte de Jezabel
El profeta Elías recibió la noticia de la muerte de Nabot a través del Señor, que le ordenó a profetizar a Acab las siguientes palabras: “En la heredad de Jezreel comerán los perros las carnes de Jezabel…” (2 Reyes 9:36)
Pasaron muchos años hasta que Jezabel fuera castigada por todos sus crímenes. Ella no solo adoró a falsos dioses y construyó ídolos para ellos, como también ordenó la muerte de muchos hombres justos y persiguió a los profetas de Dios. Corrompió el alma de su marido y, por ser inteligente y seductora, manipuló el reino como quiso hasta que pudo.
Murió Acab en una batalla, murió Ocozías cuando cayó de una ventana, y también murió Joram en manos del autoproclamado rey Jehú. Pero Jezabel aún continuaba siendo reina.
La indignación de los israelitas comenzó cuando el profeta Eliseo transmitió el mensaje de Dios, diciendo que, daba su reino en manos del muchacho. Obedeciendo a las órdenes del Señor, Jehú fue ungido y partió hacia la conquista del trono. Mató a Joram en el camino rumbo al palacio y, llegando allí, encontró a Jezabel maquillada y bien vestida, creyendo ella, que también podría seducir al nuevo rey.
¿Quién está conmigo? ¿Quién? Gritó Jehú al ver a Jezabel en la ventana acompañada por sus siervos. (2 Reyes 9:32)
Dos de los tres eunucos concordaron silenciosamente.
“Echadla abajo” (2 Reyes 9:33)
Este fue el fin de Jezabel. Todo el odio que el pueblo tenía por aquella reina fue liberado por las palabras de Jehú. Ella murió por la caída, pero la profecía de Elías se cumplió.
Y hasta hoy, Jezabel es el ejemplo para todas las personas: ejemplo de que nadie pasa por la vida impunemente.
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