Mucho se ha hablado en los últimos días sobre los pagos de la deuda, los bonos, el juez Thomas Griesa y los fondos buitre.
En la jerga económica, el “default” hace referencia a la situación en la que se encuentra una persona, familia, empresa, etc. cuando no puede pagar la totalidad de las deudas que tiene con sus acreedores. Sin embargo, hay un default que, si se produce, es mucho más grave y con consecuencias que duran por toda la eternidad, el default espiritual.
El apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, afirma: “Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.”, (Romanos 8:12-13).
Cuando una persona toma conocimiento del poder que Dios tiene para darle una nueva vida y acepta seguirlo, también pasa a ser consciente de sus derechos y obligaciones como cristiano.
Al poner su fe pura y exclusivamente en Jesús, tiene derecho a una vida abundante en todos los sentidos, con salud, unión y armonía familiar, paz interior y, lo más importante, la Salvación de su alma. Pero para que eso se haga realidad, tiene que cumplir con sus obligaciones de cristiano. ¿Son muchas? No, simplemente se resumen en una sola actitud: la obediencia a la Palabra de Dios.
Esa es justamente la “deuda” a la que el apóstol se refiere: No le debemos más nada a nuestra voluntad carnal, sino al Espíritu, porque nos hemos entregado a Él y nos comprometimos a hacer Su voluntad. Esta es nuestra obligación cristiana. Quien quiera pasar la eternidad en el Reino de los Cielos deberá mantenerse fiel y obediente a Dios, luchando todos los días por mantener su Salvación. Es el Espíritu Santo quien le dará fuerzas y aliento para vencer y mantenerse en la fe.
Hoy, usted puede haber superado tentaciones, problemas y dificultades gracias a la fe, pero tenga la seguridad de que mañana vendrán más y, nuevamente, tendrá que usar su fe y obedecer la Palabra de Dios para mantener su Salvación y no caer en el tan temido default espiritual.
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