Estudiar, trabajar, planificar una carrera, irse de la casa de los padres, viajar, adquirir nuevos conocimientos, casarse y hacer más planes son aspiraciones habituales en los jóvenes. Sin embargo, en los últimos años, cada vez más personas han postergado la realización de algunos de esos sueños. Hoy es muy común ver a hijos de más de 30 años viviendo con los padres. También son frecuentes los casos de jóvenes que no estudian, no trabajan ni buscan un empleo.
El Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) publicó una encuesta que reveló que el porcentaje de jóvenes que viven en la casa de los padres entre los 25 y 34 años pasó del 20,5% al 24,3%. ellos forman parte de la denominada “generación canguro”. La misma tendencia se registra en varios países del continente americano. Paraguay y Chile han tratado el tema a modo de alerta debido a la preocupación que va en aumento.
El Centro de Estudios de Opinión Ciudadana (CEOC) de la Universidad de Talca en Chile, descubrió que existe una fuerte dependencia familiar de las personas mayores de 25 años. Para los jóvenes encuestados, la razón más fuerte para no irse de la casa es la falta de dinero (el 77 %) Incluso, aquellos que optaron por salir, debieron regresar, mayoritariamente por razones económicas (29,5 por ciento).
Según la psicóloga y escritora Pilar Sordo, la “generación canguro”, es la que nunca se quiere casar, que tiene los privilegios de los casados y los beneficios de los solteros, que tiene plata guardada, que tiene la (eterna) novia afuera y que no tiene la necesidad de comprometerse más (o de dar el siguiente paso) porque su familia le genera una situación lo suficientemente cómoda como para no quererse mover de ahí.”
Aún –según la encuesta de IBGE– el porcentaje de jóvenes con más de 25 años que están en el mercado de trabajo es más alto que los que ya salieron de la casa de los padres. Es decir, en la actual generación, la responsabilidad de trabajar antes de esa edad se puede postergar para cuando la persona se sienta lista, profesionalmente estructurada –aunque haya aquellos que aprovechan la estabilidad familiar para ser dependientes por tiempo indefinido–.
A esto se suma la generación NI-NI que, según las cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en América Latina y el Caribe, el 20% de los jóvenes no estudian ni trabajan. Son personas con todo el potencial para ser productivos, pero que por diferentes razones se encuentran desempleados.
El investigador argentino Alejandro Piscitelli logró determinar que la problemática en la que los jóvenes no asisten al colegio, a la universidad o al trabajo se da en todos los sectores de la sociedad. Sin embargo, los índices más altos están en aquellas poblaciones que él llama desestructuradas: en donde hay lazos sociales muy débiles y problemas familiares.
¿Falta compromiso?
Pero al final ¿por qué tantos jóvenes continúan viviendo con los padres, y por qué millones no estudian ni trabajan? La investigación del IBGE no señala motivos claros, pero podemos levantar hipótesis sobre las generaciones “NI-NI” y “canguro”.
En primer lugar, muchos de esos jóvenes tal vez estén viviendo una fase pasajera. En el caso de los “canguros”, la elección de vivir durante más tiempo bajo el mismo techo de los primogenitores está relacionada a los cambios de perfil de la sociedad, la mayor dedicación a los estudios y el miedo a cambiar de estándar de vida. Entre los “NI-NI”, pudo haber falta de oportunidades o de incentivo e incluso, embarazo precoz. Al mismo tiempo, los datos demuestran que este segmento de jóvenes generalmente está inmerso en las drogas y el alcohol.
Existe un análisis aún más preocupante sobre los “NI-NI” y los “canguros”: estaríamos frente a una generación sin compromiso. La opinión es del doctor Jô Furlan, neuro científico especialista en comportamiento. “La sociedad no estimula el desarrollo y no le enseña al joven a ser responsable del futuro. Existe un discurso de comodidad, se exige poco del joven y eso da lugar para una generación que no se dedica a perseguir metas. Algunos ni siquiera saben lo que quieren de la vida, no tienen sueños. Si la juventud no es estimulada y desafiada se vuelve mediocre”, declara.
Furlan dice que el inmediatismo y el deseo de hacer solo aquello que tienen ganas de hacer también impiden el crecimiento personal y profesional de muchos jóvenes. “Las personas valoran mucho el bonus, pero todo en la vida tiene bonus y también impuestos. Existen personas que comienzan un nuevo empleo sin pensar en las tareas que van a realizar. Solamente quieren saber cuánto van a ganar y cuál es su día de descanso. La excelencia solo se alcanza con dedicación, por eso es necesario salir zona de comodidad para desarrollarse”, afirma.
En la casa de la mamá
Rubens Corrêa de Lima Júnior forma parte de la generación que no tiene prisa por vivir en un hogar diferente al de sus padres. Él vivió en la casa de su madre hasta los 26 años. Durante ese período, el muchacho admite que contó con muchas facilidades como el apoyo incondicional de la Sra. Beatriz, la ropa lavada y planchada, computadora a disposición, el almuerzo en la mesa, la casa organizada y otros mimos. A pesar de los privilegios Rubens no se quedó quieto.
Desde pequeño, tenía el sueño de convertirse en abogado como su padre. “Durante la adolescencia hice varios cursos, siempre estaba estudiando y me preparaba para el futuro”, cuenta Rubens. Garantiza que el apoyo de su madre fue fundamental para su desarrollo. “Nosotros vivíamos en un lugar de fácil acceso, entonces podía trabajar y estudiar con tranquilidad. Cuando volvía de la facultad, mi madre siempre me estaba esperando. También me ayudó con el curso preparatorio para el examen OAB (Orden de los Abogados de Brasil)”, destaca.
El padre de Rubens también colaboró con consejos sobre el área de derecho y el auxilio económico para la facultad. “A los 18 años, logré el primer empleo con la ayuda de mi papá, quien me avisó sobre un proceso selectivo en el área jurídica”, recuerda.
Rubens concluyó el curso de derecho a los 24 años e hizo un posgrado en derecho empresarial. En abril de 2013, él y la abogada Natalia Emy se casaron con derecho a fiesta y a casa propia, todo pagado por los dos. Hoy, a los 28 años, Rubens hace nuevos planes. “Estoy satisfecho con mi empleo. Natalia y yo somos felices, vivimos bien, tenemos auto, viajamos, cenamos afuera, pero no podemos parar. Todavía somos muy jóvenes. Voy a terminar el curso de inglés y quiero hacer otro posgrado”, finaliza.
Sobreprotección y abandono
Los padres también son responsables por la falta de perspectivas de los jóvenes. El alerta es del obispo Marcello Brayner, coordinador de la Fuerza joven Universal (FJU) en Brasil, un grupo que le ofrece a los jóvenes actividades culturales, sociales, deportivas y espirituales. Para Brayner, muchos padres no les dedican el tiempo suficiente a sus hijos para orientarlos. “El incentivo es fundamental para el joven. Muchos de ellos dicen que no son escuchados. Los responsables necesitan escucharlos para que puedan darles toda la asistencia necesaria, mostrando no solo que tienen futuro, sino alentándolos a seguir.” señala.
Agregó que aunque los jóvenes no reciben apoyo logran alcanzar sus objetivos. “El éxito no nace de repente, tiene que ser construido y solamente un joven visionario logra entender su poder de decisión. Grandes sacrificios dan como resultado óptimas conquistas. Y, sobre todo, asociar este poder a la fe, ya que sin fe es imposible agradar a Dios, y sin Dios, nada podemos hacer”, enseña.
Jô Furlan, neurocientífico especialista en comportamiento, también cree que los padres tienen parte de culpa en la comodidad de algunos jóvenes, pero dice que eso sucede a causa de la sobreprotección. “Si el joven está en su casa sin hacer nada es porque alguien lo sustenta, alguien le da el dinero. Eso sucede por exceso de protección. Por ejemplo algunos padres desalientan a que el hijo trabaje si el salario no es bueno, pero no piensan que el hijo necesita trabajar, ser competente, adquirir experiencia, hacer contactos y desarrollar la responsabilidad. Si el joven tiene todo en su casa, ¿por qué va a salir? él se relaja”, concluye.
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