Para lograr amar al prójimo como a sí mismo es necesario ponerse en el lugar del otro, e incluso sentir el mismo dolor para poder ayudarlo realmente. Es lo que hacen las voluntarias del grupo Rahab en el Hogar Nayon ng Kabataan, en Filipinas. En el establecimiento se cuidan niñas desde 7 hasta los 18 años que sufrieron cualquier tipo de abuso – físico, sexual, abandono – y también a niñas que son huérfanas.
Una niña víctima de abuso desarrolla la pérdida de su autoestima, tiene dificultad para establecer relaciones armónicas con otras personas y tiene una representación equivocada respecto a la sexualidad. Eso sin contar la posibilidad de convertirse en un adulto que también abusa de otros niños o con tendencia a la prostitución.
Por eso, desde mayo de 2013, el Rahab desarrolla acciones en este hogar – al mismo tiempo que el grupo actúa en las Filipinas. “Las acciones del grupo se concentran en la parte espiritual y en cómo desarrollar la belleza interior en esas muchachitas que sufrieron tanto, a pesar de su poca edad”, destacó Aline Munhoz, responsable del grupo.
Las buenas acciones merecen un premio
Este año, el hogar cumplió 46 años y el grupo Rahab fue invitado a participar del festejo llamado “Family Day”. El grupo recibió un premio como reconocimiento a la fidelidad y al compromiso permanente de contribuir física y espiritualmente en las vidas de esas muchachas.
Hoy se pueden compartir muchos frutos de esas acciones. Uno de ellos es el caso de la joven J., de 16 años, a quien le diagnosticaron un tumor en el cerebro y tenía que someterse a una cirugía. Ella escribió el problema en un papel y lo presentó en la oración de una de las reuniones. Cuando volvió al médico para el chequeo, el médico dijo que ya no era necesaria la operación. También relató que en las reuniones aprendió a confiar en sí misma, a relacionarse mejor con las demás niñas del hogar y se transformó en una de las mejores alumnas de su clase.
La voluntaria Beth Capalihan (foto), de 37 años, dijo que ayudar a recuperar la autoestima de esas niñas contribuyó a elevar la suya. “Además de los resultados que vemos en las vidas de las niñas, poco a poco vamos ganándonos más y más su confianza; y eso me ayudó mucho a levantar mi propia autoestima. A medida que vi que aun con pequeños gestos provocaba una gran diferencia en sus vidas, me ayudó mucho a ser una persona más segura”, dijo la voluntaria.
Rodalyn Dugong, asistente social del hogar, destacó el impacto de las acciones del grupo Rahab en la vida de las niñas amparadas por la institución. “El grupo Rahab ha sido como sus familias. Organizamos el evento “Family Day” y quisimos que el grupo se hiciera presente porque ha hecho el papel de familia en la vida de las jovencitas desamparadas, dándoles apoyo, palabras motivadoras y contribuciones.”
Yendo más allá de las paredes de la iglesia
El grupo Rahab forma parte del grupo Godllywood, que recientemente visitó el National Children’s Hospital, en Quezon City, también ubicado en Filipinas. Las voluntarias llevaron ricas tortas, jugos y chocolates para los niños que están internados enfermos de cáncer y otras enfermedades. Más que donaciones materiales, lo primordial fue la fe trasmitida a los padres de esos niños, quienes también han sufrido mucho por el problema de sus hijos, muchos de ellos en estado terminal.
La acción llegó a más de 60 niños, ministrando palabras de fe y oraciones. La directora del hospital, Epifania Simbul, expresó cuán gratificante es que el grupo visite a los niños: “Las voluntarias no vienen solo para entregar regalos, sino que se interesan por los padres, trasmitiéndoles a Dios a cada familia.”
“Cada vez que salimos de los límites de la iglesia podemos ver más de cerca la realidad de las personas de afuera y, de esa forma, darles la oportunidad de cambiar de vida”, destacó la voluntaria Edel Mora.
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