Si usted tuviera que decidir entre ver a su hijo o hija independiente o dependiendo de usted toda su vida, ¿cuál sería su elección? Si usted respondió la primera opción, felicitaciones. Pero, si usted optó por la segunda, cuidado, usted puede haberse vuelto una sobreprotectora de primera. A veces, sin saber, las madres sofocan a sus hijos y eso causa muchos problemas, para ambos.
Edilane Rosa Silva, consultora de productos de belleza, de 40 años, sufrió mucho debido al exceso de preocupación con su hija Larissa Rosa Silva, de 15 años. “Todo comenzó cuando Larissa tenía 5 años y perdí a mi segunda hija. En el momento del parto, el bebe nació sin vida y el dolor de esa pérdida hizo que me apegase a Larissa”, recuerda Lane.
Ella cuenta que se ponía neurótica con la niña. “Desde los 5 hasta los 12 años Larissa no podía hacer nada. Aunque yo conocía a las madres de las niñas, no la dejaba ir a jugar, muchos menos ir a los cumpleaños de los amiguitos”, cuenta la consultora.
En la búsqueda del alivio para ese sufrimiento, llegó a la Universal junto a su hija. “Estaba sufriendo mucho, ya que presionaba demasiado a mi hija y quería cambiar. Cuando entró al grupo de la Fuerza Joven fue una prueba de fuego para mí, ya que ella iba a los eventos del grupo”, cuenta.
Larissa relata que su madre la llamaba cada 5 minutos queriendo saber con quién y dónde estaba. “Cuando entré a la Fuerza Joven, me sofocaba cada vez más. Solo me dejaba ir a los encuentros si el líder me observaba, me sentía vigilada. Yo me enojaba porque ella no confiaba en mí”, se desahoga la joven.
Las consecuencias del exceso
Denise Moreno Pereira, especialista en neurociencias de rehabilitación, explica que el exceso de control de la madre hacia los hijos perjudica significativamente las relaciones interpersonales y también consigo misma. “De esa forma, esa mujer puede convertirse en una compañía indeseable para los más cercanos”, afirma. Según ella, esas actitudes también se reflejan en la postura de los hijos. “Imposibilita que puedan emerger en la vida como sujetos – dueños de sus propios deseos. Esto quiere decir, que se vuelven adultos con una enorme dependencia afectiva, indecisos y extremamente inseguros”, añade.
Y es exactamente eso lo que afirman los investigadores de la Universidad Macquarie, en Australia, que evaluaron el comportamiento de 200 niños. Según el estudio, el exceso de cuidado es extremadamente perjudicial, pues la conclusión fue que los hijos de las madres sobreprotectoras son más ansiosos que otros niños. “La madre que es así sufre mucho y anticipadamente, ya que, antes de tener el problema, está viviendo un posible problema”, dice Isis Regina, cantante y fundadora del grupo de Madres en Oración, que atiende y da soporte a todas las mujeres que tienen hijos en diversas situaciones.
¿Cómo encontrar el equilibrio?
La joven Larissa cuenta que, a pesar de haberse enojado cuando la madre la sofocaba, ella intentaba ayudarla a mejorar. “Yo comprendía la situación, entonces hacía de todo para trasmitirle esa confianza. Yo sabía que, además de hacerme mal, aquella actitud también la perjudicaba”, afirma.
Edilane recuerda que aprendió, poco a poco, a encontrar el equilibrio y hoy le da una excelente educación a su hija. “Busqué ayuda en Dios y, poco a poco fui mejorando. Hoy tenemos una relación equilibrada. Mi sueño es que ella se case con un hombre que tenga el carácter de Dios”, argumenta.
Encontrar el motivo, ser humilde y querer cambiar, son actitudes fundamentales según Isis Regina, para que una mujer deje de ser sobreprotectora con sus hijos. “Una madre siempre está observando a su hijo, en lo que debe hacer o ser pero, ¿cómo podrá ayudar a su hijo si es ella la que necesita ayuda?” Si tenemos el poder de ser madres es porque somos mujeres y, como mujeres, debemos buscar la fuerza y la sabiduría que harán que produzcamos virtudes capaces de transformar todo a nuestro alrededor”, explica.
Aquel que tiene hijos sabe que existe una tenue línea que separa la protección del exceso. En el mundo en el que vivimos lleno de malos ejemplos, violencia entre tantas otras situaciones, es natural que todas las madres quieran proteger a sus hijos, pero, en la práctica, esto en exceso perjudica su desarrollo. Por más difícil que sea, es necesario que identifique de qué lado está y que deje a su hijo elegir el camino que quiera seguir. La parte que le queda a usted es orientarlo.
En base a esto, Isis Regina recuerda que “la madre que tiene a Dios como el centro de su vida sabe cuidar de sus hijos a través de su ejemplo de vida. Tenemos que entender que nuestros hijos necesitan vivir sus propias experiencias y que la mejor forma de cuidarlos es siendo un referente y una inspiración para ellos”, finaliza.
Encuentre el equilibrio de la protección
Trabaje sus emociones, su autoestima. Cuanto más segura y con confianza usted se sienta más independiente y confiado también será su hijo.
Cambie su concepto sobre lo que es amar. El amor no sofoca. Sus hijos quieren ser amados, no sofocados, permítales respirar y que sientan su falta. Por más duro que esto parezca ser, entienda que usted no tiene todo lo que su hijo necesita para sobrevivir. Existen otras cosas necesarias para el desarrollo natural de su hijo están fuera de su alcance.
Trabaje la idea de que no es posible controlar todo. Relájese, permita que la vida siga su curso natural.
Permítase fallar, usted no necesita ser perfecta, le fallará a su hijo y a usted misma varias veces, sin embargo, este hecho es esencial para la construcción de la subjetividad humana.
Valore el potencial y trabaje con las dificultades de su hijo, no menosprecie sus talentos e intereses, él no es tan débil como parece, pero tampoco es la perfección en persona. Usted tendrá orgullo del nuevo hijo que descubrirá y crea en la capacidad que él tiene de superar los obstáculos, dándole lugar para que solucione sus problemas sin mucha o ninguna intervención suya.
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