Científicos en Estados Unidos descubrieron que los sentimientos intensos y apasionados de amor pueden ofrecer un “increíble efecto analgésico” similar al de los medicamentos, según la BBC mundo.
Los investigadores de la Universidad de Stanford, California, descubrieron en escáneres cerebrales que muchas de las áreas del cerebro normalmente involucradas con la respuesta al dolor también se activan con los pensamientos amorosos.
“Cuando la gente está en esa fase apasionada y hasta obsesiva del enamoramiento, ocurren alteraciones en su estado de ánimo que tienen un impacto en sus experiencias de dolor”, afirma el doctor Sean Mackey, quien dirigió el estudio publicado en la revista de la Biblioteca Pública de Ciencia, PLoS ONE.
“Ahora estamos comenzado a entender algunos de estos sistemas de recompensa del cerebro y la forma como influyen en el dolor”.
Estos son sistemas profundos cerebrales que involucran a la dopamina, uno de los principales neurotransmisores que influyen en el estado de ánimo, la recompensa y la motivación, explica el científico.
En el análisis se les provocó una dosis leve de dolor mientras se observaba si se distraían al mirar fotos de su pareja amada.
Durante el experimento los científicos utilizaron imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) para medir la actividad en tiempo real de diferentes partes de su cerebro.
Desde hace tiempo se sabe que los sentimientos fuertes y apasionados de amor están vinculados a una actividad intensa en varias áreas cerebrales.
Estas incluyen las zonas vinculadas a la dopamina, el compuesto químico que produce un sentimiento de bienestar en el cerebro después de tomar ciertos estimulantes como consumir dulces o drogas como cocaína.
Los científicos notaron que cuando los participantes sentían dolor algunas de las mismas áreas que se activaban en los escáneres estaban también vinculadas a los sentimientos amorosos.
Para analizar si ambos -amor y dolor- estaban vinculados reclutaron a los estudiantes que se encontraban en los primeros nueve meses de una relación, lo que se define como “la primera fase de amor intenso”.
Se pidió a cada uno que llevara una fotografía de su pareja amada y fotografías de alguien a quien consideraban un conocido a quien consideraban muy atractivo.
Mientras se les sometía a escáneres cerebrales se les mostraron las imágenes y al mismo tiempo una almohadilla controlada por una computadora fue colocada en la palma de su mano para causarles una dosis leve de dolor.
Más amor menos dolor
Los científicos descubrieron que al mirar la imagen de su persona amada, los estudiantes tenían una percepción mucho más reducida del dolor que cuando miraban la imagen del conocido atractivo.
“Resultó que las mismas áreas del cerebro que se activan con el amor intenso son las mismas áreas que los medicamentos utilizan para reducir el dolor” afirma el profesor Arthur Aron, otro de los científicos que participaron en el estudio.
“Cuando pensamos en nuestro ser amado, hay una intensa activación en la misma área de recompensa cerebral que se activa cuando se consume cocaína o cuando se ha ganado mucho dinero”, agrega.
Una de esas áreas clave es el núcleo accumbens, un centro importante de recompensa cerebral y de adicción a opioides, cocaína y otras drogas de abuso.
Los científicos subrayan, sin embargo, que todavía no es momento de decirle a los pacientes que sufren dolor crónico que tiren los medicamentos analgésicos y los sustituyan por una relación amorosa apasionada.
El estudio es preliminar y todavía será necesario investigar si este efecto de corto plazo, que ocurre en la primera fase del enamoramiento, podría reemplazarse por algo similar a largo plazo.
Los investigadores esperan poder entender mejor si estas vías de recompensa neuronal que se desencadenan con el amor apasionado podrían algún día ayudar a desarrollar nuevos métodos para el alivio del dolor.