María Angélica Navarro vivía en una villa de emergencia, su situación era muy precaria. Pero su economía no estaba condicionada solo por el lugar donde vivía, también cargaba con el peso de una deuda de $110 000, con un embargo judicial. No encontraba una manera de salir de esa situación y el panorama no era muy alentador.
Los problemas económicos le daban lugar a los problemas familiares y todo empeoraba. “La deuda y el vicio de mi esposo eran los motivos de las discusiones entre nosotros, también mi hija menor sufría con asma. Esto ocasionaba un gasto más porque algunos medicamentos eran muy caros”, menciona al recordar esos días en que no veía un mañana mejor.
Sin embargo, había una manera de salir de esa situación y María Angélica la descubrió cuando comenzó a participar de las reuniones en la Universal.
En la iglesia, ella hizo las cadenas de viernes y domingos determinada a cambiar de vida y los resultados comenzaron a verse. Al poco tiempo su hija fue sanada y su marido fue transformado, pues abandonó definitivamente el alcohol.
“Luego tuve una oportunidad única para usar mi fe, entonces, participé de la Hoguera Santa, hice mi pedido, materialicé mi fe y creí en la respuesta. Dios respondió mi pedido, fue maravilloso, porque conquisté mi casa propia”, cuenta feliz, demostrando que el sacrificio es la clave para la realización de los sueños.
Ella concurre a la Universal de San Fernando en Constitución 828.
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