* Claudia y Marlon son nombres ficticios, pero la historia es real.
Claudia era batalladora, independiente, ambiciosa y extrovertida. Sabía lo que quería. Lo perseguía y lo conquistaba. Hacía amistades con facilidad. Exhalaba vida. Estaba casada hacía ocho años con Marlon.
Él era lo opuesto a ella en muchas características. Tranquilo, con un ritmo propio de las personas del interior, cauteloso. Nunca tuvo que luchar por su sobrevivencia pues nació en una familia rica. Sin muchos amigos, se preocupaba más por sus cosas. Un hombre de pocas palabras. A veces melancólico.
Lo que uno vio en el otro para enamorarse y casarse es cosa que solo el amor explica. Lo que importa es que eran felices. Hasta que ella lo traicionó.
El amante tenía las características que ella, inconscientemente, deseaba en su marido. Seguridad, persistencia, romanticismo, buena charla. Los dos se conocieron en el trabajo. Ella se dejó envolver. En un momento de “deja que suceda”, fue a la cama con él. Una vez. La consciencia no la dejó continuar. Arrepentida, le confesó todo a su marido.
Y él, que nunca había sospechado nada, no paraba de analizar y de preguntarse:
“¿Dónde fue que me equivoqué?”
No hay dudas de que la razón más fundamental por la que alguien traiciona es una falla de carácter. Pero, ¿qué ser humano tiene un carácter inviolable? Dicen que “todo el mundo tiene su precio”. Dadas las debidas circunstancias, todo el mundo es capaz de mentir, de venderse, de sacar ventaja o de traicionar. El carácter es perfecto solo mientras la persona está en perfecta comunión con Dios. Y si existe algo que logra estorbar esa comunión, es un problema en la vida amorosa. “El amor es fuerte como la muerte”, dijo el Rey Salomón, cuya sabiduría y temor a Dios fueron anulados por sus pasiones.
Entonces, ¿cómo podemos blindarnos contra eso? Vamos a los errores y a las lecciones de la pareja mencionada anteriormente:
1-Tenemos que aprender a admirar lo que tenemos. Ningún ser humano tiene todas las cualidades. Siempre tendrá algunas y no otras. Claudia se casó con Marlon porque vio sus cualidades, pero dejó de admirarlas cuando notó la ausencia de otras. Usted tiene que admirar las cualidades que su pareja tiene y lo que él es; siempre debe enfocarse en eso.
2-Tenemos que aprender a vivir sin lo que no tenemos. Cuando usted le dice “sí” a una persona y se casa con ella, les está diciendo “no” a todas las demás. Está aceptando que nunca más va a buscar llenar sus carencias afectivas con otra persona. Por ejemplo, si su pareja no es romántica como usted lo esperaba, usted tendrá que disminuir la importancia del romance en su vida.
3-Tenemos que vigilar las situaciones de peligro. Todos tenemos ese angelito en el hombro derecho y ese diablito en el izquierdo. Si usted se encuentra en una situación tentadora, cercano a alguien que parece tener las cualidades que sabe que su pareja no tiene, ese diablito se lo va a decir insistentemente al oído. Le corresponde a usted silenciarlo. Huya. Evite a esa persona. Minimice el contacto si no pudiera evitarla totalmente. Nunca estén juntos solos. No intercambien conversaciones personales – ni personalmente, ni por teléfono, ni por mensajes. Nada de elogios ni sonrisas. Claudia falló en todos esos puntos.
4-Su manera de ser no es una excusa para no mejorar. Marlon nunca dejará de ser Marlon, pero por eso no puede mejorar. Si se esforzara por sorprender a su mujer de vez en cuando, si se interesara por ella, si no dejara brechas en la relación, si no se acomodara en el matrimonio, si aprendiera a ser más expresivo en sus conversaciones con su esposa, si disminuyera su melancolía… Si no mejoramos en la vida, existe una gran posibilidad de que seamos ofuscados y superados por alguien mejor.
Claudia y Marlon están intentando superar la tragedia que sacudió a su matrimonio. Si hacen las cosas bien, podrán salir de esto más fuertes y podrán ser más felices. Pero la cicatriz siempre estará allí, como recuerdo de sus errores. Errores que usted no necesita cometer para aprender las lecciones. Aprenda con los de ellos.
Extraído Blog Obispo Renato Cardoso
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